Asia

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El que faltaba

La Razón
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El aforismo es de Sánchez-Ferlosio y lo cito de memoria: «Han encontrado la tumba de Carlomagno; ¡el que faltaba!». Resume muy bien la sensación que se tiene cuando llega una gota que colma el vaso, una gota además absurda, que no viene a cuento. Me he acordado de esa cita con la aparición estelar en la escena planetaria de ese anormal atómico que es Kim Jon II, un guerrero cutre-imperial y como surgido de las tinieblas mohosas de una novela de Salgari o de Verne.

Nos habían dicho que el peligro mundial venía de Irak, de Irán, de Afganistán, de Pakistan, de Ben Laden y de Ahmadineyab, pero resulta que no. Resulta que viene de un friki de Corea del Norte que quiere cargarse a los vecinos a chuzos nucleares y que allí no quede ni el apuntador; de una cripto-gresca que se traen por Asia. A mí es que lo de Corea del Norte con Corea del Sur me suena a lo de Villa Arriba y Villa Abajo. Con Kim Jon II pasa como pasó hace años con los líos de la pesca del fletán. Nadie había oído hablar de ese pez en su vida, pero todo el mundo hacía como que lo conocía desde siempre. De Kim Jon II sólo sabemos que es un gamberro nuclear aterrizado y resacoso de la despedida de soltero de la posmodernidad, un marxistosaurio de la posthistoria, un delincuente político dispuesto a entrar a petardazos en los telediarios y en la letra negrita de la «salsa rosa» internacional. ¿Pero quién es Kim Jon II? He citado a Sánchez-Ferlosio, pero el castellano tiene un dicho popular todavía más gráfico: Éramos pocos y parió la abuela.