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Crece la presión islamista contra los coptos

El nombramiento de un gobernador cristiano en Qena provoca disturbios

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EL CAIRO- En Qena, en el valle del Nilo, una nueva pequeña revolución está teniendo lugar, en la que se reflejan todos los retos a los que se enfrenta Egipto en estos momentos. Desde la semana pasada, los manifestantes han acampado frente a la sede de la Administración provincial y han cortado y bloqueado las comunicaciones entre la capital y el sur de Egipto, a la altura de Luxor.
La ira de los ciudadanos de Qena se desató después de que fuera designado como nuevo gobernador de la provincia Imad Shehata Michael, un ex oficial de las fuerzas de seguridad egipcias que participó en la represión de las revueltas que llevaron a la caída del ex presidente Mubarak. Michael es, además, cristiano copto, confesión que constituye más del 10% de la población de Egipto. En un principio, los manifestantes de diferente ideología y fe pedían la dimisión de Michael, visto como un símbolo del régimen de Mubarak y de su brutal Policía, pero con el paso de los días el componente religioso ha cobrado importancia, alimentado por grupos islamistas que tienen una fuerte presencia e influencia en la zona. Militantes salafistas han salido a la calle porque rechazan ser gobernados por un no musulmán, tal y como establece la sharia (ley islámica). «Lo que empezó siendo una rebelión de todo el pueblo ha pasado a ser un conflicto religioso porque está siendo instrumentalizado por los fundamentalistas», explica Imad Gad, analista del Centro de Estudios Estratégicos y Políticos Al Ahram. Los propios cristianos han rechazado el nombramiento del gobernador, pero se han visto obligados a retirarse de las protestas, según Gad. Por su parte, una coalición de organizaciones pro derechos humanos ha denunciado que grupos religiosos están alimentando las protestas violentas y amenazando la unidad nacional de Egipto y la igualdad entre sus ciudadanos. Los extremistas pretenden un emirato islámico y aterrorizan a la población de Qena, especialmente a los cristianos, cerrando colegios, marginando a las mujeres y prohibiendo a los coptos celebrar los ritos de la Semana Santa.
Los Hermanos Musulmanes, principal grupo opositor de Egipto, de tendencia moderada, se desmarcó de las protestas en cuanto éstas degeneraron, advirtiendo contra un estallido de la violencia sectaria. Este temor siempre está presente en Egipto, especialmente en el valle del Nilo, donde existen importantes e históricas comunidades coptas. «Qena es un caso especial porque hay una fuerte presencia extremista», dice Gad, «sin olvidar el factor tribal, porque la mayor parte de la población es de origen beduino». Qena ha sido escenario de la violencia, que se atribuye a la mala gestión del último gobernador, también cristiano, acusado de corrupción.


A Mubarak le cae encima la «memoria histórica»
Un tribunal egipcio ordenó el jueves que se retiren los nombres y los retratos del ex presidente Hosni Mubarak y de sus familiares de todos los lugares públicos del país. En la actualidad, los nombres de Mubarak –derrocado el pasado mes de febrero después de 30 años en el poder–, de su esposa, Suzanne Mubarak, y de su hijo Gamal figuran en plazas y calles y en alrededor de 500 colegios públicos. La decisión del tribunal responde a una demanda presentada por el abogado Samir Sabry, quien pidió que el nombre de Mubarak sea sustituido por los de los manifestantes que murieron durante las protestas populares que dieron lugar a la dimisión del ex presidente.
El grupo de abogados representado por Sabry también pidió que se retiren los retratos del ex presidente en las sedes de las instituciones estatales y se sustituyan por la bandera egipcia.