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Pruebas ocultas por Carmen Gurruchaga

La Razón
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El atentado del 11-M en Madrid no resultó totalmente aclarado en el macrojuicio celebrado en la Casa de Campo de Madrid, presidido por el juez Gómez Bermúdez. Por eso cada cierto tiempo se publican informaciones que acaparan la atención de los ciudadanos y resulta evidente que hay puntos sin aclarar. Uno de ellos, y quizás de los más importantes, es el explosivo que se utilizó en la acción terrorista y que el análisis y estudio de los restos de los vagones afectados podría haber revelado. Pero éstos fueron destruidos en una decisión anormal, porque lo habitual es conservar las pruebas del delito para aportarlas. En esta ocasión se presentaron 23 fragmentos procedentes presumiblemente de los trenes explotados y que el tribunal dio por bueno, sin cuestionarse las razones que condujeron a su destrucción. Lógicamente, tampoco se preguntó quién, ante el mayor atentado terrorista perpetrado en España, autorizó que desapareciera la prueba del delito. Y parecía que tendríamos que resignarnos a que esto terminara así cuando en las instalaciones de una empresa han aparecido los restos del tren del 11-M que explotó en la estación de Santa Eugenia. Y aunque parece poco probable que pueda servir para probar nada por falta de custodia legal, el fiscal general del Estado ha ordenado que se investigue sobre su existencia y custodia. Con ello no pretende revocar los hechos probados de la sentencia del 11-M, sino investigar si ha habido obstrucción a la Justicia o cualquier otro delito. Casualmente, estos restos aparecen cuando la Audiencia de Madrid ha archivado de forma irrevocable una causa contra Juan Jesús Sánchez Manzano, ex responsable de los Tedax, al que una asociación de víctimas acusaba de ocultación de pruebas y de obstrucción a la Justicia.