Líbano

Restaurar las esencias por Alfonso Merlos

La Razón
La RazónLa Razón

El Ejército no es una ONG con ametralladoras. Los españoles lo saben a pesar de que durante unos años se haya extendido una corriente política y social de pura confusión. El problema reciente de nuestros militares no ha residido en la concepción dispar o inane que de nuestras Fuerzas Armadas han tenido los ministros Bono y Alonso, o la ministra Chacón. En la raíz del desconcierto ha estado una estrategia equivocada que ha pasado por vulgarizar, deformar, pervertir y, lo más grave, desnaturalizar la misión de quienes están para proteger nuestras vidas y defender nuestro sistema de libertades.
Por fortuna para la imagen de nuestros uniformados, se abre una nueva etapa en el Ministerio de Defensa. Distintas formas de hacer y diferentes maneras de comunicar lo que se hace. Una era presidida por la política de la verdad, sin complejos ni reservas, que contribuya a que los ciudadanos conozcan mejor y valoren más si cabe la actividad, los desafíos y los problemas de los hombres que sirven en las más viejas instituciones del Estado.
Se anuncia una recuperación de las esencias y una restauración de aquellos valores, usos y costumbres que son propios de quienes ayudan con sus armas a la proyección de los intereses nacionales. La capacidad de combate, en efecto, está en el fundamento de los ejércitos y es una quimera relegarla a un segundo plano cuando es fundamental para disuadir o anular a los enemigos de la democracia, se refugien en Líbano, Afganistán o la costa del África Oriental.
Parafraseando la dicotomía no más relevante pero sí más celebrada de Paul Samuelson, con Morenés desaparece esa ilusión de que hay que estar casi siempre a la mantequilla y casi nunca a los cañones. Las brigadas de infantería acorazadas, o sea, la Guadarrama XII, no se concibió para el reparto de bocadillos y cantimploras.

Alfonso Merlos
Doctor en Relaciones Internacionales