Cataluña

Educación: una legislatura convulsa por una ley contestada con 4 huelgas

Ernest Maragall acabó con la concordia en una etapa marcada por los recortes y por el alto fracaso escolar 

La Razón
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 «Nos preocupa el estado anímico que está dejando el tripartito entre maestros y profesores; éste ha sido el periodo en el que los docentes están más estresados y desanimados». La declaración de la portavoz educativa de CiU, Irene Rigau, no llega en balde. Si algo ha marcado la última legislatura educativa ha sido la dura batalla que los docentes han protagonizado contra la consejería de Educación, liderada por Ernest Maragall. ¿El motivo? La aprobación y despliegue de la Ley de Educación de Cataluña (LEC), la primera norma catalana en este ámbito, que se aprobó en julio de 2009, y los duros recortes que ha padecido el sector.
Hasta seis manifestaciones y cuatro huelgas generales se convocaron en sólo dos años para tratar de frenar algunos aspectos controvertidos de la norma, que relega el castellano en las aulas.

A los docentes tampoco se les escapaban los recortes: en 2010, el departamento educativo ha sido el que menos ha crecido de todos los que conforman la Generalitat y el gasto por alumno se estancaba en sólo un aumento de 24 euros. Un frenazo presupuestario que no da respuestas a la alta concentración de inmigrantes en la red pública –hay más de un 85% en sus aulas–, el repunte de los barracones escolares –este curso empezó con 1.057, más del doble que en la época de CiU–, o el alto índice de fracaso escolar.


Los «Ni-Nis» entran en escena
El panorama los próximos cuatro años no es esperanzador: uno de cada cuatro alumnos de Primaria no está capacitado para pasar a ESO, tres de cada diez no superan la Secundaria y cuatro de cada diez jóvenes están en paro por falta de formación. Unas cifras que delatan las carencias del sistema en pleno auge de la denostada «generación Ni-Ni», adolescentes que ni estudian ni trabajan. Ya suman 125.000 y se han convertido en toda una porción apetitosa del pastel electoral con vistas al 28-N. A ninguna formación se le escapa su poder en las urnas y ya forman parte de los programas políticos. Una situación impensable en 2006.