Bruselas
La reforma (IV): la negociación por César Lumbreras
La propuesta de la Comisión Europea para reformar la PAC deja bastante libertad a los Estados miembros para que apliquen las medidas que finalmente se aprueben en sus respectivos territorios. Si uno lee con detenimiento el documento aprobado por el Colegio de Comisarios hace ya casi un mes, se encontrará con que rara es la página en la que no se encuentran expresiones del tipo «y el Estado miembro decidirá cómo aplica» y otras frases similares.
Eso quiere decir que, cuando se cierren los dos procesos negociadores que hay abiertos ahora mismo en Bruselas (el de las Perspectivas Financieras y el propio de la PAC), se abrirá otro en España tan complicado o difícil como los dos citados anteriormente, porque tocará repartir el dinero que se haya conseguido de las arcas comunitarias. Y eso son palabras mayores. Tendrán que ponerse a ello el Gobierno que salga de las próximas elecciones y los consejeros de Agricultura de las diferentes comunidades autónomas.
La libertad que la Comisión Europea pretende dejar a los Estados miembros se convertirá así en España en un arma de doble filo, que, salvo que se aplique el sentido común, dará muchos quebraderos de cabeza. Un ejemplo: de los planes de regionalización que se establezcan, entendidos no solamente desde el punto de vista administrativo o geográfico, sino también agronómico, dependerán las ayudas que lleguen a los agricultores y ganaderos y a sus respectivas comunidades autónomas.
Ninguna de ellas va a renunciar a percibir menos de lo que ahora recibe y, además, todas querrán arañar más. Y, llegados a ese punto, dará lo mismo que estén gobernadas por el PP o por el PSOE. Serán todos contra todos. Si se tiene en cuenta que de Bruselas vendrá algo menos de dinero, la cosa se complicará todavía mucho más. ¡Mucho cuidado con la negociación hispano-española!
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