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El destino como noticia

La Razón
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Se acusa a los periodistas de teñir la realidad, con sangre, lágrimas o fuegos artificiales, hasta ponerla de nuestra parte y hacerla rentable. En la entrega por fascículos del drama de los 33 de Atacama nos ha sobrevolado el calavera de Charles Tatum, aquel reportero mal encarado de Billy Wilder que pospuso el rescate de un minero para poder hacer más titulares de su agonía. Tatum, al que interpretaba un desatado Kirk Douglas, estaba sin blanca, pero más que el dinero le obsesionaba reengancharse al periodismo activo. Él se ofrecía así: «Soy un periodista de 250 dólares a la semana. Se me puede contratar por 50. Puedo encargarme de las grandes noticias y de las pequeñas. Y si no hay noticias salgo a la calle y muerdo un perro. Dejémoslo en 45». Con los héroes chilenos, ha sido la propia vida la que se ha puesto a narrar desde el borde del realismo mágico. La escritura del porvenir compartido de este grupo de hombres está copiada (en planteamiento, nudo y desenlace) de las líneas de sus manos de mineros, roturadas con la dosis exacta de drama, incertidumbre y final feliz. Las historias desesperanzadas tienen mala venta, por eso los periódicos no se llenan de tercer mundo. El rescate ha enseñado el corazón sano de Chile al planeta en un spot que da a su Gobierno más prestigio que unas olimpiadas. Pero esta historia, en esencia, es la del dedo despótico de la SUERTE, al que se agarra, porque no tiene dónde, el género humano.