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Corea del Norte cambia bombas por alimentos
PEKÍN- Kim Jong Un, el aprendiz de dictador que tomó en diciembre las riendas de Corea del Norte, suspenderá el desarrollo de armas nucleares a cambio de varios barcos de ayuda humanitaria. O lo que es lo mismo: el régimen estalinista dará a Estados Unidos un respiro en Extremo Oriente a cambio de las proteínas y carbohidratos que necesita para calmar a una población famélica.
El borrador del acuerdo lo negociaron la semana pasada diplomáticos estadounidenses y norcoreanos enviados a Pekín para atender una delicada reunión en la que se planteó cómo dar un primer paso, un gesto que conduzca a la mesa de negociaciones y deje atrás por fin los años más tensos que ha vivido la península coreana en décadas. La iniciativa se concretó con el anuncio hecho público ayer, de manera simultánea, desde el Departamento de Estado de EE UU y la agencia oficial de noticias norcoreana.A lo que se compromete Corea del Norte por ahora es a parar suprograma atómico: dejar de enriquecer uranio y suspender todas las pruebas con misiles de largo alcance. Además, se permitirá queinspectores de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) visiten el complejo nuclear de Yongbyon para comprobar que el régimen cumple sus promesas. Como premio, Estados Unidos enviará 240.000 toneladas de alimentos para paliar la catastrófica situación humanitaria de su «enemigo», y promete mandar más ayuda si el diálogo continúa fluyendo. Se trata de una vuelta oficial a la llamada «diplomacia nuclear» que ha venido practicando Corea del Norte en los últimos años, exigiendo ayuda a cambio de garantías de paz. Tanto Pyongyang como Washington tienen razones de peso para restablecer relaciones y volver a las llamadas «negociaciones a seis bandas», diálogo en el que participan también Corea del Sur, Rusia, Japón y China. La meta por ahora es reanudar la hoja de ruta trazada en 2005 con el objetivo de desmantelar el programa atómico de la dictadura estalinista. Aquella agenda –que llegó a estar muy avanzada hasta el extremo de que se dinamitó un reactor–, fue bruscamente interrumpida por la agresividad que mostró Kim Jong Il en sus últimos años al mando del «reino ermitaño». En alerta por el ataque de EE UU a Irak y buscando quizá dejar atada su sucesión con un golpe de mando, el «Amado Líder» puso en vilo a toda la región con ensayos nucleares, agresiones a Corea del Sur y constantes amenazas.
Muchos analistas están convencidos de que tampoco ayudó la falta de mano izquierda deGeorge W. Bush, que retrasó los envíos de ayuda y utilizó unaestrategia muy dura. Sea como sea, se trata del pasado. Ahora Estados Unidos tiene especial interés en enfriar el frente norcoreano, una manera de arrinconar aún más a Irán y demostrar que los ayatolás se están quedando solos en sus ambiciones nucleares. De paso, se apuntalaría la estabilidad en Extremo Oriente, una región prioritaria desde el punto de vista económico y estratégico y donde la VII Flota tutela un delicado equilibrio de poder. Recordamos que fue Washington, y no Corea del Norte, quien se negó a emprender un diálogo bilateral en los últimos años y quien parece haber cambiado de estrategia. El momento resulta especialmente propicio para sentarse a hablar con la dictadura norcoreana: la muerte de Kim Jong Il y el relevo en las filas del régimen constituyen la excusa perfecta. Aunque, para evitar nuevos engaños y críticas en casa por adoptar una posición demasiado blanda, la Casa Blanca advirtió ayer de que mantendrá la guardia alta. «Seguimos teniendo una profunda preocupación acerca del comportamiento de Corea del Norte en muchas áreas, pero el anuncio de hoy indica un importante, aunque limitado, progreso en algunos de estos puntos», añadió el Departamento de Estado.
Por su parte, el régimen estalinista necesita urgentemente la ayuda internacional que quedó suspendida con la deriva belicista de Kim Jong Il. Gracias a la ayuda internacional y los alimentos envasados por el «enemigo capitalista», Kim Jong Un no tendrá que cargarse sobre la conciencia una hambruna similar a la que asoló el país durante los primeros años de mandato de su padre en los 90, matando a más de un millón de personas. Y es que la situación, advierten las organizaciones humanitarias, es realmente crítica. Los refugiados que han abandonado el país en los últimos meses atravesando la frontera con China aseguran que no hay nada que echarse a la boca en las empobrecidas regiones del noreste.
Un avance «modesto» del nuevo líder
La muerte del «Querido Líder» Kim Jong Il el 19 de diciembre y el ascenso de su hijo menor, Kim Jong Un, abrió un periodo de transición e incertidumbre en el régimen nocoreano. El restablecimiento de los contactos con EE UU y el anuncio de suspender el plan nuclear pueden ser vistos como signos de apertura del nuevo liderazgo, pero también como una muestra de que la situación es desesperada. Hillary Clinton dijo que «era un paso modesto en la buena dirección». Hay que recordar que en 2005 hizo un anuncio similar y en 2006 lo rompió.
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