Argentina

Previsible

La Razón
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N o era la mejor noche para que España jugara en Argentina. No era la alineación ideal por las oportunidades que dio Del Bosque. No era la ocasión para congraciarse con la fortuna. Villa estrelló dos balones en los postes en el primer tiempo y Reina resbaló cuando iba a despejar un balón sin apuros, llegó Tévez y marcó el tercero. No era ocasión propicia para celebrar la concesión del premio Príncipe de Asturias de los Deportes. En Oviedo algunos miembros del jurado nos preguntábamos si nuestra decisión era en día idóneo. Nos temíamos lo peor y así fue. En menos de un cuarto de hora, los argentinos marcaron dos goles. Uno lo hizo Messi y besó el escudo de la camiseta en acto de fe patriótica para demostrar a quienes han puesto en duda sus valores futbolísticos y ciudadanos. Argentina encontró grandes facilidades para jugar al contragolpe y marcar. España no pudo con la presión del contrario. Le costó sacar el balón y no llegó al área contraria ni disparó a gol hasta el minuto 27 y Villa estrelló el balón en un palo. Los creadores tardaron mucho en encontrar la pelota.
España salió dormida y Argentina a todo gas. Los primeros conatos de dureza fueron protagonizados por españoles. Fueron tardías entradas y no ejemplos de entusiasmos. En la primera parte se consumó la derrota.
Del Bosque, para no molestar a nadie, midió los minutos de los jugadores y no cargar a unos pocos. Ello impidió la alineación coherente.