Historia

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Exceso de presión por José Antonio Vera

La Razón
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Lo dije ayer y hoy lo repito. Algunos empiezan apretarle a Rajoy como si ya fuera el presidente del Gobierno. Pero aún no lo es. Hay un Ejecutivo en funciones que es el que tiene el poder y decide, y lo único que puede hacer el presidente electo es apretarle a Zapatero para que actúe en un sentido u otro y para que le tenga informado, no para gobernar. La cuestión es que los hay empeñados en no darle al ganador de las elecciones ni el tiempo necesario para que se cubran los trámites legales. De manera que le están pidiendo que nombre ya los ministros, aunque eso no tenga demasiado sentido. Si no les puede dar autoridad, ¿para qué los va a abrasar antes incluso de que puedan hacer políticas concretas?

Por lo demás, los que conocen de antiguo a Rajoy saben bien que el presidente del PP no es hombre ni de corrillos ni de chismes ni de comentar nada sobre lo que hará. Sus colaboradores no se enteran hasta el último minuto de que el jefe les quiere para este o aquel puesto. Con el añadido de que tampoco lo sabe nadie más. Por eso estos días es general el desconcierto en las filas peperas sobre las intenciones del líder supremo. El que más y el que menos intenta que su nombre suene, aparecer en alguna quiniela, que se hable de él en las tertulias. Lo cual no quiere decir que sea positivo, pues a veces el hecho de que alguien intente figurar más de lo necesario es peor. Aun así, parece haber algunas coincidencias. Por ejemplo, que habrá dos ministerios menos. O que algunos departamentos agruparán áreas relevantes, como Sanidad, Trabajo y Asuntos Sociales. O que las dos carteras de mayor relieve para el futuro jefe del Gobierno son las de Economía y Exteriores. Dentro de Economía, a su vez, el líder vislumbra un área dinámica, de aportación de ideas, presentación de propuestas y creativa, y una segunda de estricto control, pegada al presupuesto, encargada de mantener a raya a las administraciones territoriales y a los demás departamentos. Y de nombres, de momento ni hablar.