El «aquelarre» etarra
Razones para desconfiar
El Gobierno y el PSOE han reaccionado como suelen, llamando ultraderechistas a quienes critican la puesta en libertad y posterior huida del asesino Troitino.
Simple descalificación para justificar lo injustificable. El terrorista no debió ser puesto en libertad sin informe previo del fiscal y los jueces que lo decidieron, con el ponente Guevara a la cabeza, actuaron mal, igual que la Fiscalía por no oponerse e igual que Gómez Bermúdez por dejar que transcurriera un tiempo excesivo para dictar su captura. Pero la responsabilidad del Gobierno es inexcusable. La huida del asesino múltiple afecta de lleno a Rubalcaba, que debió tenerlo controlado por los medios legales de que dispone un Estado de Derecho, perfectamente conocidos por el ministro del Interior.
Tienen razón quienes critican, pues hay razones para ello. Según las actas de la negociación con ETA, el Gobierno ofreció a sus interlocutores poner fin a la doctrina Parot, que establecía que los beneficios penitenciarios sólo se podían aplicar sobre el total de la condena (2000 años en muchos casos) y no sobre los 30 que como mucho iban a cumplir en prisión. Esa revisión beneficiaría a 61 presos, entre ellos Troitino y el también ya liberado Ángel Luis Hermosa Urra. El TC cuestionó de hecho esa doctrina del Supremo durante la negociación, y ahora se empiezan a recoger los frutos. Luego hay razones más que sobradas para desconfiar.
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