Macroeconomía
Manos arriba
La inflación vuelve a subir enteros, junto al coste del petróleo. Aumenta el precio de los alimentos. La inflación es el «impuesto de los pobres», porque incluso quienes no tributan a la Hacienda Pública, al estar sus ingresos por debajo del mínimo requerido, han de hacer frente al abusivo encarecimiento del precio de la cesta de la compra. Nos aseguran que la inflación de la zona euro es de un 2'4% –3'6% en España, en febrero–, si bien, cualquiera que haga la misma compra todos los meses, habrá visto que la factura se ha encarecido un 40% tranquilamente. Menos que el recibo de la luz, por cierto.
Con los sueldos rebajados o congelados –quienes tienen la fortuna de conservar un empleo–, resulta cada día más difícil cuadrar las cuentas domésticas.
Como ocurrió en 2008, tras la inflación llega la subida del precio del dinero. El Banco Central Europeo, cuya prioridad es mantener la inflación por debajo del 2%, ha cambiado sus estimaciones respecto al año en curso y el 2012, y vuelve a la senda de los elefantes alcistas. Endurecerá su política monetaria y los tipos de interés nos darán otro susto en abril. El euríbor diario ya se ha disparado, marcando su nivel más alto en casi dos años. Las hipotecas subirán. La energía se pone más cara. Los alimentos disparan su coste. Además, las organizaciones de automovilistas estiman que los nuevos límites de velocidad estipulados por el Gobierno nos costarán unos 21 millones de euros al año en multas. Entre la hipoteca, la compra, los recibos de la energía, impuestos y multas, viviremos otra época de asfixia que disminuirá el consumo y, por tanto, contribuirá a que el crecimiento sea aún más precario.
Como los bancos no dan crédito, la morosidad aumentará al ritmo del precio del petróleo y del euríbor. Los bancos, «quod erat demonstrandum», en España nunca pierden. Sus deudas tarde o temprano se «socializan», esto es: se reparten entre la «ciudadanía» de pringados. Sin embargo, las quiebras de las familias se quedan en último extremo para que las arregle Cáritas.
Las penurias y privaciones, sufridas y por venir, ¿harán realidad, al menos, el sueño disparatado del euro? Quién sabe. Lo mismo volvemos a soñar en pesetas el día menos pensado y nos enteramos, por fin, del coste real de lo que está ocurriendo: el valor de nuestras deudas –las propias y las que nos adjudica el Estado–, del dinero gastado en corrupción, de lo que cuesta un café… Desde que empezamos con esto de la recesión, el motor económico que nos impulsaba sufre de oclusiones recurrentes. Se atasca, parece que vuelve a ponerse en marcha, se para… Petróleo, mercado inmobiliario, un imposible dinero barato, la utopía del crecimiento sin fin… Los signos de nuestro tiempo.
La clase media está siendo saqueada a través de impuestos, directos e indirectos, y sanciones de absurda justificación. Y mientras crezca la sensación de expolio, aumentará el volumen de la economía sumergida (hay quien sí «puede» defraudar todavía). Que es lo que nos faltaba…
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