País Vasco
Pantomima etarra
En la campaña organizada para exigir la excarcelación del terrorista que participó en el secuestro de Ortega Lara, lo de menos son las supuestas razones humanitarias que alegan los etarras, traídas como coartada para alimentar el victimismo y sacar tajada política. La supuesta huelga de hambre de un centenar largo de presidiarios, entre ellos el dirigente Otegi, causa más sarcasmo que preocupación dada la afición de los etarras a practicar el ayuno terapéutico y a ejercitar la dieta de adelgazamiento. En el recuerdo de todos permanece la pantomima de De Juana Chaos, montada con la colaboración de un medio de comunicación inglés para lograr su puesta en libertad, lo que consiguió con relativa facilidad y en perfecto estado físico. Hoy es un prófugo de la Justicia. Lo cierto es que llegadas estas fechas veraniegas, en las que buena parte de los pueblos y villas celebran sus fiestas patronales, la estrategia recurrente del brazo político de ETA es crear focos de tensión con el Gobierno a cuenta de los presos con el objetivo de movilizar a sus bases y capitalizar políticamente los festejos. El chupinazo de San Fermín suele marcar el inicio de la campaña, como bien se demostró este año cuando se impidió violentamente el desfile del Consistorio pamplonés. Lo que viene a continuación es fiel reflejo de un guión que escribe ETA y ejecutan con aplicación los batasunos. En este caso, además, han puesto especial interés en demostrar que han reconstruido el aparato destinado a controlar a los presos, desarticulado hace meses por la Guardia Civil. Si a ello le unimos el clima preelectoral que se palpa en el País Vasco, la conclusión es que Bildu-Sortu utilizan a sus reclusos enfermos como carnaza. Por tanto, hace bien el ministro Fernández Díaz en no caer en la trampa y en resistir al chantaje. El asunto del etarra enfermo de cáncer no tiene otro tratamiento que el establecido por la Ley. Y nada ni nadie, menos aún una banda terrorista, tiene capacidad para alterarlo a conveniencia. El reo será excarcelado sólo si concurren todas las circunstancias previstas en la normativa legal y de acuerdo al procedimiento reglado, no porque lo exija ETA. Menos aún porque se profieran amenazas directas, como hizo ayer el alcalde de San Sebastián, según el cual no habrá paz sin la excarcelación de los terroristas. En un alarde de cinismo infame, el alcalde Izaguirre ha dicho que «se trata de respetar los derechos humanos», lo que viniendo de alguien que nunca ha condenado los asesinatos etarras retrata a la perfección en manos de quién está el Consistorio donostiarra. El Gobierno de Rajoy, que está actuando con firmeza e inteligencia en el asunto de los terroristas presos, no tiene otras obligaciones ni limitaciones que las legales. En consecuencia, ni amenazas ni provocaciones deben influir en sus decisiones.
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