España

El mejor truco del Cirque du Soleil

España se ha convertido, desde hace algunos años, en una plaza preferente para el Cirque du Soleil, que encuentra en nuestro público más calor y complicidad que en otros países europeos. Tanto es así que se especula acerca de la posibilidad de que los canadienses instalen aquí un show estable, como los que mantienen en Las Vegas.

Un momento del último espectáculo del Cirque du Soleil
Un momento del último espectáculo del Cirque du Soleillarazon

Lo malo de que las visitas del Cirque menudeen es que una propuesta que vive en gran medida de su capacidad para la sorpresa, la que lograron con «Alegría» o «Saltimbanco», acabe siendo previsible, como les ocurrió con alguna que otra producción: pienso en la no tan llamativa «Dralion». Capaces de reinventarse, hace meses mostraron su mejor y más imaginativa cara con el bellísimo «Corteo» (lo mejor del Cirque en años) y no ha tardado mucho antes de que regresen con este «Zarkana», con el que la suspicacia inicial queda zanjada: el nuevo espectáculo podrá gustar o no, pero no cabe duda de que es muy diferente a los que se han visto previamente en España.

En «Zarkana», un espectáculo de interior, no de carpa, concebido para triunfar en Broadway, el Cirque viaja al territorio de la ópera rock y mezcla con espectacular acierto el género musical con el circense. El problema en esta apuesta es que destierra voluntariamente la introspección, el intimismo y la poesía de «Corteo», en aras de una grandiosidad que trata de enlazar con musicales como «El fantasma de la ópera» o la fantasía que cabría esperar en una gira de Pink Floyd o U2. Donde «Corteo» cautivaba, «Zarkana» epata.

Luces y proyecciones
En esta propuesta estética que bebe de los espectáculos de barraca de feria y de la imagen romántica del mago de capa y chistera, se enlazan momentos inquietantes, como una criatura que aparece en un tarro de formol; hermosos, como el espejo de arena con el que Erika Chen crea sobre la marcha dibujos fascinantes; y magnéticos, como una gigantesca tela de araña como fondo para un número de trapecistas.

El apartado técnico es deslumbrante: arcos de luces y proyecciones, una gran iluminación y un derroche de sonido. Y como siempre, en lo estrictamente circense el nivel de exigencia es elevado: brillante es el número de malabares de Mashaa Choodu, que hace rebotar una ráfaga de pelotas contra escalones y ángulos imposibles. Lástima que no hayan traído a Madrid la escalofriante rueda de la muerte de los Navas. El truco de magia que es «Zarkana» funciona, qué duda cabe, pero ya se sabe: la magia es sólo una ilusión.

lo mejor:
que el Cirque du Soleil sea capaz de sorprender con un montaje hipnótico y original
lo peor:
es a veces barroco en exceso y no cautivará a quienes no les vaya el rock