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ANÁLISIS: Resultados imprevisibles por Jesús María Zuloaga
Los resultados del anuncio realizado ayer por el Ministerio del Interior, 48 horas después de que la llamada «izquierda abertzale» (ETA-Batasuna), hiciera público un duro comunicado contra la «inmovilidad» del Gobierno en el asunto de los presos, son imprevisibles aunque la recta intención no se les pueda negar a sus autores.
El citado comunicado, del que informó este periódico en su edición del martes, al dar cuenta de las gestiones que los llamados «interlocutores» realizaban en el País Vasco para transmitir el «nerviosismo» de ETA ante el «parón del proceso», fue recibido con preocupación. Su tono y similitudes de contenido con el que ETA hizo público el 18 de agosto de 2006, en el que anunciaba que daría una respuesta si no se atendían sus exigencias (atentado contra la T-4, unos meses después) era evidente, lo firmara la banda o, como ha ocurrido ahora, su brazo político.
El nuevo plan, según fuentes aniterroristas, pretendía –y bien que lo ha conseguido con las víctimas– romper con la imagen de inmovilismo del que se le acusaba desde distintos sectores, entre ellos Batasuna. Dividir al «colectivo» de presos de la banda es un fin loable, sobre todo después de la entrevista que días pasados se publicó en «Gara» con sus nuevos portavoces, en la que se aseguraba que no había posibilidad de soluciones individuales sino que tenían que ser conjuntas.
Está claro que el plan incorpora novedades o, al menos, elimina obstáculos. Los fanáticos no lo han agradecido y las víctimas se han sentido engañadas.
De hecho, la reacción de la «izquierda abertzale» (Batasuna-ETA) fue inmediata y, en un comunicado publicado en su página web, señalaba, entre otras cosas, que «el plan no es más que una cortina de humo».
No se debe pasar por alto los recientes duros ataques de Batasuna, en los que, entre otras cosas, recordaban que han transcurrido seis meses desde que la banda anunciara «la decisión histórica de cesar definitivamente su actividad armada. No son seis días. Son seis meses. El Gobierno de Rajoy no puede escudarse en excusas de que son recién llegados. Seis meses es mucho tiempo, y para la mayoría de este país se hace incomprensible e inaceptable que el PP se mantenga en el inmovilismo», afirmaban los radicales.
El nerviosismo que manifiesta la banda y su entramado es consecuencia de las promesas que socialistas y nacionalistas pactaron, a través de intermediarios, durante un nuevo «proceso», desarrollado entre 2010 y 2011, en el que, de forma falsa y torticera, trataron de involucrar al PP, al que ahora la banda lanza críticas y reclamaciones sin ningún derecho para hacerlo. Los populares no están, por lo tanto, obligados a nada, por más que quieran aislarlos en el País Vasco.
Decían entonces los terroristas, en 2006, que se habían cumplido cinco meses (ahora son seis) desde que comunicaron el alto el fuego de sus acciones armadas. «Los responsables de los partidos políticos no han dado una respuesta a la altura de sus responsabilidades a la decisión tomada por ETA con el objetivo de promover el proceso». «El PSOE y el PNV (que eran los que estaban entonces –y después– implicados en el «proceso) están mostrando la clara voluntad de retrasar en el tiempo los pasos a realizar.». «Según la lectura de ETA, el proceso ha entrado en una notable crisis. La fuente de esa crisis es la actitud mezquina de los partidos políticos que no han adoptado decisiones profundas en el camino del reconocimiento del marco democrático para Euskal Herria. Se mantiene la opresión política, militar y económica de Euskal Herria». Si se repasan los últimos comunicados y declaraciones de Batasuna, se observa que el lenguaje, y las amenazas, más o menos veladas, no han cambiado. La firmeza del Gobierno de Mariano Rajoy en la lucha contra el terrorismo, que no ha desaparecido, es uno de sus grandes aciertos; y su mantenimiento, una garantía de seguridad.
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