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Todas las barricadas

De la resistencia antinazi alemana a los partisanos eslovacos. Del «No pasarán» al levantamiento de Varsovia, y, de ahí, a los opositores a Gadafi en Bengassi. Cuando los movimientos de resistencia salen de los subterráneos pueden terminar derribando estatuas de dictadores o escribir la historia de un romántico fracaso

 
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El historiador José M. Faraldo sostiene que las resistencias a las ocupaciones nazi y soviética han constituido la creación del mito de una Europa unida. Por primera vez, un libro trata a estos movimientos de oposición en un solo relato.

«Eran muy heterogéneos, llenos de contradicciones. En la resistencia polaca contra los nazis se adhieren grupos que eran de ultraderecha, y, en otros casos, incluso los comunistas se vuelven nacionalistas contra la ocupación extranjera, aunque sea de los soviéticos», explica Faraldo, que resalta que el verdadero mérito de los resistentes es que «son los primeros en darse cuenta del fracaso de la Europa de entreguerras y de que es necesario buscar una alternativa de modelo para el continente. Los nazis buscan una unión bajo la supremacía aria mientras los soviéticos plantean una sola Europa comunista. En cambio, en 1944, durante el primer congreso de resistencias que se celebra en Suiza, incluso los más nacionalistas se dan cuenta de que la rivalidad patriótica es un modelo peligroso», cuenta el autor de «La Europa calndestina». Faraldo, un especialista en Europa Oriental, recoge las diferencias entre los movimientos del norte y del sur, de Francia a Albania y a Letonia, las particularidades de sus mitos, la jornada del partisano, sus tiempos muertos, incluso las comidas. «Quería hacer una historiografía sólida pero legible, como hacen en el mundo aglosajón autores como Anthony Beevor», señala este investigador y profesor de Historia de la Complutense. La prensa y la perversión del lenguaje tienen mucho protagonismo. «Los propios nazis apelaban a las libertades individuales para hacer frente al comunismo. Y algunos de sus mensajes han calado tanto, que hoy hay ancianos alemanes que todavía defienden el sistema de vacaciones subvencionadas de los nazis, que era un sistema corrupto para lucro de militares», cuenta. La escuela, el cine y la literatura jugaron un papel en la construcción de mitos porque la lucha la hicieron jóvenes, como los que protagonizaron el Levantamiento de Varsovia y luego pasaron a integrar Solidaridad en la restauración democrática en Polonia. «Fueron los mismos muchos años después», asegura.

Libia, «motín de hambre»

Para este experto, lo que ocurre en el norte de África tiene algo que ver con las resistencias europeas, porque la predominancia de la religión para canalizar voluntades «es como el partido, nazi o comunista», aunque en los casos de Libia, Egipto o Túnez se están dando «reacciones muy primarias. Casi son motines de hambre», como en el siglo XVII. En estas regiones «hay toda una generación sin posibilidades» de mejorar su situación. A su juicio, este elemento es lo que frena las revueltas en China. «No hay libertades, pero las reformas permiten adquirir objetos de consumo y acumular riqueza, y eso es una forma de dar objetivos a los oprimidos», indica este historiador.