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Pobre cáncer

La Razón
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El dirigente socialista Indalecio Prieto, exiliado en México, fue muy ingenioso haciendo frases. Cuando le informaron que el líder catalanista Francesc Cambó sufría un tumor en la laringe, exclamó: «¡ Pobre cáncer!». La compasión por el carcinoma la habrá sentido el alcalde Ruiz Gallardón, no porque Aguirre sea cruel con las enfermedades sino porque es la mujer fuerte de la Biblia, nada la arredra y, además, está graciada por la suerte. Salió con tacones de un helicóptero estrellado como si bajara de una pasarela, mientras Mariano Rajoy se eyectaba pálido como si hubiera topado con la santa compaña. Ganó unas elecciones que perdió. Y de la matanza de Bombay escapó con unos zoquetes de niña que te dan en el avión. Hace décadas que me acompaña una oncóloga y la palabra cáncer ha perdido su sonido ominoso y no uso la cursilería de «una larga y penosa enfermedad»: No hay enfermedades sino enfermos. El cáncer no es la primera causa de mortalidad en el mundo desarrollado, sino la depresión y la obesidad con sus patologías asociadas. Eficaz como siempre, Doña Espe ha recordado a todas las mujeres la necesidad de los controles periódicos. Me parece que dentro de muchos años ella expirará, pero de un cáncer de próstata. Es capaz.