Cataluña

Melancolía socialista por Julián Cabrera

La Razón
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Había un personaje de los Monty Pithon en «Los caballeros de la mesa cuadrada» que, tras perder primero un brazo, luego el otro y a continuación las dos piernas en combate a espada con el caballero rival, no acababa de asumir su poco ventajosa situación y aún vociferaba «no huyas, todavía puedo morderte». La parodia no se desviaría demasiado de lo que le está ocurriendo al PSOE en los últimos años.

A la sangría de votos elección tras elección, con la consiguiente pérdida del poder central, autonómico y municipal, se suma la consecuencia que marcó un congreso federal post derrota en las generales que cada vez tiene más pinta de haberse cerrado en falso: la disyuntiva entre una vieja guardia que apostó por el mal menor de Rubalcaba para salvar los muebles y el vértigo ante una renovación que de momento sólo ha mostrado el fallido paso adelante del chaconismo.

La dolorosa derrota en Galicia y País Vasco y las pésimas expectativas en Cataluña vuelven a mostrar la cara plúmbea de un partido que aún se sacude las cenizas del zapaterismo y que no acaba de mostrar lo que quiere ser de mayor.

Si se apuesta por el federalismo asimétrico, perfecto, pero de paso que se explique. O si se asumen guiños plebiscitarios a la escocesa, que se recuerde que el agonizante Gobierno de Zp recurre en 2010 ante el Constitucional la ley catalana de consultas populares vía referéndum impulsada por el también socialista Montilla.

 Tampoco estaría de más aclarar si la alternativa de gobierno son el discurso guerracivilista de Tomás Gómez, o la equidistancia calculada entre la condena y la avenencia con quienes pretenden asaltar el Congreso. Nada peor que la pérdida de identidad para que el citado caballero de la mesa cuadrada acabe perdiendo hasta la dentadura.