Medios de Comunicación
Los becarios
En verano, las redacciones acogen estudiantes de último curso que luchan por hacerse un sitio. Siento un enorme respeto por estos jóvenes, periodistas del futuro inmediato. Los he visto llegar, dejarse la vida en el empeño, demostrar que aprenden cuanto les enseñan y hacer cosas que parecían impensables. Suelen ser muy trabajadores, personas comprometidas con su profesión. Eligieron el periodismo por vocación y los vocacionales aman sus quehaceres con ese tinte preciso de sacerdocio que lleva a no tener suficientes horas en el día. Viven para el periodismo.
Los becarios gozan de todo mi cariño. Se les exige como si llevaran veinte años de carrera, apenas se les reconocen sus méritos, que suelen resultar abundantes, y chocan, a veces, con el típico imbécil que les culpa de sus propios errores. Los becarios no son esclavos, son periodistas de primer año. Si tienen suerte, encontrarán un jefe que les enseñe, que les ayude a aprender, que les corrija con afecto y los ponga en la pista para ser mejores. Que no se rindan si chocan con un bobo que se crea Nerón. De todo tiene que haber.
Los buenos jefes enseñan de diferentes formas. Unos dejan ver cómo trabajan. Otros permiten verlos actuar y te lo explican. Algunos ayudan a corregir equivocaciones y animan a seguir. El jefe perfecto, además de todo eso, defiende al becario ante la adversidad.
Animo a todos aquellos que ahora empiezan para que nos ayuden a regenerar el periodismo y a cambiar el mundo. Los necesitamos. Los necesitamos mucho.
gaspar.rosety@hotmail.com
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