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Cristina Sánchez: «En la plaza no se gana con la fuerza a fuerza siempre te gana el toro»
Según viene caminando y la veo tan rubita, tan chiquitina y con esa carita de buena, no puedo dejar de preguntarme de dónde saca tanta fuerza.
La tuvo para ponerse delante de una becerra, de un novillo, de un toro... La tuvo para aguantar las cornadas y para lograr torear en Las Ventas... La tuvo, incluso, para abandonar lo que más amaba y por cuanto había luchado, antes de lo que le hubiese gustado… Y la tiene también, para, sin desvincularse del mundo del toro, que es su vida, lanzarse a la arena de otros ruedos. El último, el de la moda.
–¿Ha cambiado el mundo de los toros por el de la moda porque en el último hay menos cornadas?
–No sé yo... Tal y como están las cosas, en cualquier asunto te pueden dar una cornada. Pero, además, no lo he cambiado, lo llevo paralelo, porque del mundo del toro no me desligo nunca. Colaboro en muchos temas. Pero bueno, llevaba mucho tiempo fraguando la idea y ahora que es un momento «muy bueno» para empezar cualquier negocio, jajajaja..., pues he dicho: «Vamos».
–Y como lleva los toros en la vocación, en el matrimonio y en la sangre, pues ha decidido diseñar ropa taurina, ¿no?
–Bueno, yo doy mi idea y luego tengo gente que me la desarrolla... Pero tengo mucha imaginación, siempre me ha gustado. Y lo que quería era hacer algo diferente, porque ropa hay mucha en el mercado, por eso elegí ropa con estilo torero, pero sin meterme exclusivamente en ropa para el mundo del toro.
–Pues es una ropa sensual, apasionada, llena de color... ¡Como la propia fiesta!
–El mundo del toro tiene un colorido espectacular. Visualmente es muy bonito y atrayente. Y yo estoy intentando recoger esos colores, esa magia, esos destellos de oro y plata, el azabache, todo lo que tiene que ver con la época goyesca, que también está muy ligado al mundo del toro... Y ahí, haciendo un popurrí, desgranando esto y aquello van apareciendo cosas chulas.
–¿Y sus hijos qué dicen? «Mamá es empresaria», «mamá es diseñadora» o «mamá es torero»...
–Hombre, yo creo que ya no... Sinceramente, no sé lo que dicen mis hijos. ¡Me has pillado! jajajaja. Pero torero seré siempre. Con eso se nace y se muere, porque eso es algo que se lleva dentro; pero yo ahora me decantaría más por empresaria, no sólo por la ropa, sino por otras cosas que hago. Es que en la gente del mundo del toro parece que se ve más lo malo, pero es gente que se mueve mucho, que sale, y que desarrolla otra labor, que no es la de torear, cuando abandona el toreo...
–No todos, Cristina...
–Bien, es cierto que no todos... Pero cada vez más. Antes era más difícil encontrarte gente preparada. ¡Es que empiezas muy joven en esto...! Pero yo siempre fui muy inquieta. En cuanto dejé el toro me puse las pilas. Incluso antes ya hacía cositas.
–Sigue diciendo «cuando dejé el toro». Pero usted no se retiró, la hicieron retirarse.
–Bueno, no tanto. Es cierto que me hubiera gustado estar cuatro años más en el mundo del toro, pero no más, porque tenía otro proyecto de vida... Pero bueno, por circunstancias, creí que era mucho mejor dejarlo con el reconocimiento de la gente para que no acabara diluyéndose lo que había conseguido, por cuestiones ajenas a lo que hacía. Yo no quería eso.
–Y esas circunstancias eran que había matadores a los que les daba miedo compartir cartel con usted, ¿no?
–Bueno, eso lo tienen que decir ellos. Y hubo matadores que tuvieron el valor de decirlo. A mí me parece bien que cada uno defienda sus intereses de la manera que puede, quiere y le dejan. Sí que existió esa parte... Pero cuando hablo de eso, ni quiero dar pena, ni me siento amargada, ni nada de nada. Soy una mujer completamente feliz habiendo conseguido lo que conseguí.
–No me extraña. Consiguió imposibles...
–Gané muchas metas que siempre me decían que no podían ser. ¿Una meta más? No, no, eso es imposible para una mujer. Tu quédate tranquilita aquí, con los becerritos… Y luego, cuando toreaba novilladas y hablaba de torear en la plaza de toros de Madrid me tachaban de loca no, de lo siguiente. Sin embargo, confirmé mi alternativa en la Feria de San Isidro en Madrid. Una meta a conseguir por cualquier torero, que también era la mía, para que me respetaran. Según vas avanzando y consiguiendo cosas vas descolocando a los de alrededor y cuando los descolocas, es muy difícil que sepan por dónde tirar y tiran por la calle de en medio, que es lo más fácil.
–Será que no hay nada que tema más un hombre que una mujer valiente...
–Hay de todo. No se puede tachar a todos los hombres de lo mismo. Yo soy una gran defensora del hombre y no son todos así. Lo que pasa es que se ve más al que más daño hace. Y en ese momento hubo gente que me hizo daño. Pero de verdad que yo sigo perteneciendo al mundo del toro y, aunque lleve trece años fuera de él, tengo el respeto de mis compañeros, puedo hablar con ellos...
–No la querían como torero, pero sí como comentarista taurina, ¿no es un poco paradójico?
–Pues sí, pero lo cierto es que ahora estoy en la comunicación y si no quisieran que estuviera también me apartarían. Para una mujer es difícil estar en el mundo de la comunicación del toro, incluso en mi caso que, habiéndome puesto delante, tengo conocimientos de sobra... Pero estoy ahí, llevo diez años, y estoy porque me respetan y soy feliz.
–Y aunque sea sin público, ¿torea de vez en cuando?
–Sí, sí, sí. Normalmente siempre llevamos algún torero o ayudamos a alguno; entonces, cuando hay algún tentadero, es que es... ¡Me divierte mucho! Lo paso bien, no paso miedo y matas el gusanillo.
–Pero. ¿le queda gusanillo? ¿Si mañana le llamaran para torear en las Ventas iría?
–No, ya no. Yo veo fotos, vídeos míos y me digo, ¡pero cómo era yo capaz de hacer eso! Ahora mismo no podría. Tú te preparas para eso, tu mente está preparada, vives para ello, te gusta... Pero ahora mismo no. Mi planteamiento de vida ya es otro.
–Tiene dos hijos pequeños. Si le sale uno torero, ¿qué?
–Pues le parto las dos piernas. Jajajaja. Eso me lo dijo un amigo... Mira, no sé. El mayor (tiene diez años) torea que se me cae la baba cuando le veo. Torea de salón, se ha puesto delante de becerras... Lo que pasa es que yo le veo que es como un aficionado práctico y no le veo para dedicarse a ello, cosa que me alegra profundamente. Sí me gusta que a mis hijos les guste el toro, que sepan torear…, pero dedicarse al toro no, no.
–Al paso que vamos, igual no podrían dedicarse al toro ni aunque quisieran: ya hay sitios en España donde están prohibidos...
–Ya. Es una pena que todavía tengamos que seguir con esa dictadura... Es una pena que quien tiene mando lo utilice para eso y que quiten o pongan los toros dependiendo de si le gustan o no al político de turno... ¿En manos de quién está el mundo del toro? Es muy triste que tengamos que luchar para posicionarnos cuando esto es parte de la cultura española; no porque lo digamos nosotros, sino porque es así. ¡Que me prohíban ejercer mi profesión en una parte de España! ¿Pero dónde se ha visto eso? Es algo absurdo, pero pasa.
–También es un poco absurdo que no haya mujeres en los oficios taurinos...
–Empieza a haber alguna empresaria, alguna apoderada, ganaderas siempre ha habido, porque está mejor visto... Pero yo sé que es una cuestión de educación: nos han educado para hacer ciertas cosas a las mujeres y ciertas cosas a los hombres y, de vez en cuando, sale una como yo que dice: «Pues no». Y todo va avanzando...
Personal e intransferible
Tiene cuarenta y un años, dos hijos, un marido banderillero, como su padre, y una afición por el mundo del toro indestructible. Su carrera de torero hizo historia… Sin embargo, con ella se supo que los toreros, más que a los toros, temen a las mujeres que bajan a la arena. Ella, años después, está orgullosa de lo que consiguió. Y no tiene nada de lo que arrepentirse: «De lo único que hay que arrepentirse es de lo que no se hace». Además, ella perdona, «si no, qué amargura de vida». Y para hacerlo, nada como un día de campo, con un buen vino, un arrocito y sus dos niños haciéndole reír y llorar… Porque es muy llorona. Y le tiene miedo a las arañas. Y a quedarse sola en casa: «Los toreros somos muy sensibles pese a lo que la gente pueda creer». Eso sí, nada de manías, ni entonces ni ahora. Como mucho, la de entrar con el pie derecho. Ni tampoco muchos rezos ni capillas. Cree en Dios, «pero hasta ahí». Lo que siempre ha tenido son sueños. Muchos cumplidos. ¿Y pesadillas? «Durante años me perseguía un toro mientras dormía. Me seguía a todas partes… ¡Y era un toro espantoso…! Cosas del subconsciente».
De cerca
«Cuando eres torero, físicamente tienes que estar muy preparado, porque si no, no eres capaz de aguantar la presión, el vestido, el miedo al toro, el miedo al público… Pero aquí no se gana con la fuerza física. Yo siempre lo he defendido. A fuerza, siempre te gana el toro».
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