ERE
Huele en el convento
No es de recibo. Dar una subvención a la Federación de Gays, Lesbianas, y Transexuales (la misma que criticaba la ayuda pública a la Jornada Mundial de la Juventud, supongo que ahora no se quejaran tanto) en los tiempos de recesión que vivimos está tan fuera de lugar como dársela a la federación de heterosexuales unidos para el estudio del escarabajo afgano.
Sobre todo cuando en aras del saneamiento de las arcas públicas se priva a varias localidades de centros de urgencias, de centros escolares, deportivos y culturales o se fulminan cheques bebé o ayudas al desempleo, entre otros muchos recortes sociales.
Nos han dicho por activa y por pasiva que no hay dinero, pero no nos han explicado para quién sí lo hay. Es fácil ser generoso con el dinero de los demás y manirroto con las cuentas de los contribuyentes, especialmente con las de aquellos con sociedad contra los que Hacienda, en contra de lo sentenciado por el Tribunal Supremo, ha decidido ir inventándose tretas y planteamientos hipotéticos para sacarles un dinero ganado y declarado legalmente por los pequeños y medianos empresarios, desde el florista de la esquina al quiosquero, pasando por el que escribe guiones y emite su factura correspondiente. «Sabemos que es ilegal, pero son órdenes de arriba», son las palabras textuales de una inspectora del fisco. Así es fácil conseguir dinero para subvenciones. Deben de pensar que para lo que les queda en el convento… Lo malo que el convento hace mucho que apesta y la cagada muda en colitis cuando llega a nuestro bolsillo, al que no subvenciona nadie, ni siquiera para Fortasec.
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