España
Sentir diverso
Dos encuestas de LA RAZÓN y El País constatan que todo es según el color del cristal con el que se mira. En Cataluña, la sentencia del Estatut sienta como un tiro. En el resto de España, es recibida con alivio. Los ciudadanos toman partido y no les importa desconocer los fundamentos jurídicos de una sentencia que reconocen política, y no jurídica. Su respuesta no está motivada por la razón, sino por los sentimientos que diseñan su percepción subjetiva de la realidad. En Cataluña el rechazo va por barrios. Los independentistas, duros. Los de CiU cargan tintas contra Zapatero y tratan de demostrar que a nacionalistas no les gana nadie. Los socialistas se reparten al 50% su posición, en una réplica exacta de los diferentes matices expuestos por Montilla y Chacón. Eso sí, la mayoría cree que la sentencia es una tomadura de pelo. En España, se piensa lo contrario. Se apuesta por poner punto y final. Los catalanes son muy críticos con el Tribunal. Los españoles, no tanto. En Cataluña, la mayoría quiere que ambos ejecutivos negocien las reformas que reparen el desaguisado. En España, la mayoría cree que los catalanes ya tienen bastante. La divergencia obliga a buscar consensos. El silencio del PP no ayuda. Que Mas apueste por buscar nuevos caminos alegando que el pacto constitucional está agotado, tampoco. Montilla y Zapatero tienen la responsabilidad de aplacar ánimos y buscar un punto de encuentro que dé satisfacción a unos y otros. Nunca es tarea fácil conciliar sentimientos, y más tan dispares. Por ahora, los separatistas no son mayoría en Cataluña, ni los separadores en España. Nadie se cree que «España se rompe». Ya tienen por dónde empezar.
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