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Más sofisticaciones eróticas por Marina CASTAÑO

Más sofisticaciones eróticas por Marina CASTAÑO
Más sofisticaciones eróticas por Marina CASTAÑOlarazon

Días atrás veía en la Prensa una foto de Catherine Deneuve, inolvidable en su papel de «Belle de jour», aquella película que no prescribe, como las grandes obras literarias, como las grandes sinfonías, como los cuadros de Renoir, Velázquez o Picasso. En aquel filme la protagonista, hermosa dama de la burguesía francesa, portaba una mente sofisticada en cuanto al sexo, como bien recordarán, tan sofisticada que le fascinaban las fantasías más rebuscadas. ¿Se acuerdan de la escena de la cajita que le presenta su amante cuyo contenido no se enseña al espectador pero en la que se aprecia un ligero zumbido? Tardé muchos años en saber qué podía ser aquello, y ahora llego a la conclusión que sospeché cuando vi la cinta. Aquella pequeña urna contenía un insecto, porque en eso consiste la «delicatessen» sexual, en utilizar bichitos inofensivos para estimular zonas erógenas.


Los más utilizados son las hormigas, por eso esta técnica se le ha dado en llamar «formicofilia» y la finalidad es que intensifique el orgasmo de quien recibe estas cosquillas en las áreas adecuadas, que no hará falta que se especifique cuáles son, pero que se extienden hasta incluso las axilas y que en muchos casos se convierte en un intercambio de hormigueo entre los dos miembros de la pareja, ya que, al juntarse los cuerpos, se pasan del uno al otro. Una gran sofisticación, ya digo, que se suele ofrecer en prostíbulos japoneses destinados a «caprichosos sexuales». ¿Qué nos queda mucho por ver? Ya lo creo. La capacidad humana para la invención en este terreno es ilimitada. Ojalá lo fuera también para poner coto a la crisis económica y a la prima de riesgo.