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El pintoresco

La Razón
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El fútbol hay ocasiones en que recurre a las frases hechas, nacidas en otras instancias de la vida común. El pintoresco entrenador del Madrid, José Mourinho, ha tenido a bien recordarnos aquello de que la mejor defensa es un buen ataque; en este caso, un agrio ataque, y calumnia que algo queda.
José Mario está jugando con fuego porque está atizando la hoguera de la eterna rivalidad, eterna y necesaria, entre su club y el Barça. En vísperas del partido de vuelta, está lanzando dardos con el fin de que haya más tensión de la necesaria y facilitar que algún descerebrado quiera hacerse notar.
Mourinho oculta su historial plagado de polémicas y en el que ha tenido más de una ventaja arbitral de la que no ha querido acordarse: poder, sí puede. Por el camino de la trifulca acabaremos echando mano de la historia e inevitablemente se recordarán los años del «virreynato». Hay demasiados nombres en la memoria para enchufar el molinillo de remover porquerías. Las grandes no son precisamente los equipos más perjudicados. Mourinho, con actuaciones tan pintorescas, trata de ocultar sus fracasos. Por ejemplo, ante Manuel Preciado a quien despreció y le ganó en el Bernabéu y las posibilidades de conquistar la Liga.
El problema de la actual campaña no está en los arbitrajes, sino en el fútbol rácano que practica su equipo y del que suavemente empiezan a protestar los jugadores. Que Barcelona y Madrid se denuncien ante la UEFA es vergonzante. La culpa, el pintoresco.
Posdata. La Prensa europea ha puesto a pan pedir a Mourinho.