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Reforma para los jóvenes por José María Aznar Botella

La Razón
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Algún joven iluminado saldrá pronto a las calles para protestar contra la reforma laboral. Se unirá a los sindicatos para pedir la vuelta de un mercado laboral de dos categorías, el de los protegidos y el de jóvenes e inmigrantes. El de los sindicatos y el de los demás. El de los que ven sus salarios aumentados cada año con la inflación y el de los que se ven obligados a saltar de uno empleo precario a otro una y otra vez.

El peso de la crisis ha caído sobre los más débiles porque tenemos un mercado laboral injusto. Uno que esencialmente proviene del franquismo y que durante décadas ha sido protegido y preservado por la izquierda española. Por fin se abre una puerta hacia un mercado más justo y naturalmente, los sindicatos, acompañados de no pocos jóvenes distraídos, se echarán al monte.

Para ser justos, la perversión del sistema no ha sido completamente eliminada, pero sí reducida dramáticamente. Lo verdaderamente trascendente de la reforma no es la disminución de la indemnización por despido improcedente, sino la ampliación de la definición del despido procedente, cuya indefinición anterior impedía su uso generalizado. Estaremos más cerca de un escenario en el que los empresarios podrán mantener a sus trabajadores más productivos en vez de a los más caros de echar.

Esta reforma laboral seguramente no resultará en una creación neta de puestos de trabajo en el corto plazo, pero sí que contribuirá a una renovación del mercado laboral, por la que un gran flujo de trabajadores saldrá del mismo y será reemplazado por otro más productivo. Naturalmente que esto no se hará sin traumas, pero a la larga nuestra economía se beneficiará y sobre todo lo harán quienes ahora han aguantado casi todo el chaparrón de la crisis, los jóvenes.