Cataluña
Rentabilizar la derrota del PSOE
Mariano Rajoy lo tiene bastante fácil en las elecciones catalanas.
MADRID- En el PP cuentan con que podrían incluso salvar el tipo si se quedan como están, con 14 escaños, lo que es un mal resultado pero que no tendría apenas trascendencia si el nuevo reparto los confirmase como tercera fuerza y, además, sumasen la mayoría absoluta con CiU. Que eso ocurra parece bastante probable cuando la mayoría de las encuestas apuntan una caída para ERC que dejaría en la mitad su actual representación. Aunque sondeos como el que ayer publicó el «Periódico de Andorra» animaron los nervios de última hora. Este sondeo vaticinaba que el PP podría perder un escaño y ser sobrepasado por ICV.
Sus estudios internos son más tranquilizadores. Por eso en el partido dicen que tienen al alcance los 15 escaños que consiguió Piqué en 2003, e incluso hay quienes, los menos, apuntan hacia cotas tan altas como el récord de los 17 parlamentarios que logró el PP catalán con Vidal-Quadras en 1995. Eso sí, en las filas populares también asumen que un retroceso, por mínimo que sea, en un terreno abonado por la crisis y el desgaste del PSOE y del PSC sí sería leído como un descalabro.
El objetivo de Rajoy está dentro del sentido común: rentabilizar a nivel nacional la derrota del PSC, convirtiéndola en una caída de Zapatero, y que a ser posible en la opinión pública cale la idea de que detrás de esa derrota está la fuerza de la alternativa popular, aunque en la realidad ese mensaje tenga muchos matices. La lectura general de los resultados, si se confirma lo que dicen los sondeos, juega a su favor, y aunque el inicio del cambio de ciclo que aventura no sea tanto por el empuje del PP como por la incapacidad del adversario político, a él le va bien con que se produzca. Será la semilla que cultivar de aquí a las elecciones autonómicas y municipales de la primavera.
De lo que digan las urnas, al PP le interesa especialmente la respuesta a dos interrogantes. Uno, el nivel de representación que alcanzan las formaciones minoritarias, sobre todo Ciutadans. Cada uno por razones distintas, pero ni a socialistas ni a populares les conviene que las minorías experimenten un ascenso considerable. Y el otro interrogante es el de los pactos postelectorales. El mantra de campaña del PP ha sido el de que quiere ser una fuerza decisiva, pero también es verdad que de puertas adentro los populares asumen que la salida más fácil para CiU, se formalice como se formalice, es la sociovergencia. Los nacionalistas recibirán en herencia una Cataluña en quiebra financiera y esa «patata caliente» sólo puede gestionarse con la ayuda de un Gobierno nacional.
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