Elecciones Generales 2016
Los fantasmas inventados
Cuándo: 18 de abril de 2008. Dónde: Una gato monta guardia a la entrada del Palacio de La Moncloa
Estas cuatro columnas jónicas son las más fotografiadas y filmadas en los últimos treinta años. Dicen que fueron arrancadas del palacio arzobispal de Arcos de la Llana, y los espíritus y fantasmas soportan bastante mal los transportes y los trabajos de albañilería, por lo que es difícil suponer que un trasgo del siglo XVI hubiera resistido el traslado y se hubiera metido por las rendijas de la puerta que da paso al interior del Palacio de la Moncloa.
Tanto se ha hablado y escrito del «síndrome de La Moncloa», que, algunos presidentes, antes de tomar posesión, dijeron que no iban a vivir allí, empezando por Felipe González, que afirmó más de una vez que él, en caso de ser elegido como presidente, iba a seguir viviendo en su casa de la calle Pez Volador. El último en apuntarse a la melonada ha sido Mariano Rajoy hasta que los servicios de Seguridad le han demostrado el disparate, y a los madrileños nos ha librado de la amenaza de dos viajes diarios, de su casa a Moncloa, y de Moncloa a su casa, que provocarían sustos y pavor, con ese despliegue de sirenas, motoristas y luces azuladas, que recomiendan subirse a la farola más próxima.
En la falsa leyenda hay una parte verosímil, y es que los presidentes, todos los que han ocupado la residencia del primer ministro, sufren un cierto alelamiento al cabo de los años. A partir de ese hecho, empíricamente demostrado, se ha tejido una etiología en la que un espíritu iría royendo el cerebro del principal inquilino del lugar hasta incitarle a cometer alguna que otra tontería.
Sin embargo, hay una explicación más racional, que no se basa en la influencia de espectros de difícil localización, sino en el acompañamiento constante de personas dispuestas a obedecer presto, halagar mucho y discutir muy poco y, a ser posible, nada. Es ese séquito permanente, junto a la dirección de la publicación más influyente del país, el Boletín Oficial del Estado, lo que en intelectos poco preparados puede provocar graves trastornos de inmunidad y fortaleza, alimentados por un engrosamiento imperceptible, pero constante de la vanidad.
El presidente del gobierno no tiene en Moncloa un esclavo que le diga cada cierto tiempo: «Eres mortal», como llevaban los generales romanos, cuando volvían victoriosos de las campañas, y recibían el clamoroso homenaje de sus compatriotas. Antes bien, pululan los aduladores y panegiristas, lo que invita al desvarío si no se vigila la inflamación del empaque o la aparición de pequeños granos debidos al engreimiento.
Pero con un poco de meditación antes de acostarse, y el simple recordatorio de de que se viva donde se viva, alguna vez hay que visitar el cuarto de baño, basta para sobrellevar la situación y luchar contra los fantasmas inventados.
✕
Accede a tu cuenta para comentar