España
Ni mujeres ni jovencitos
Ninguna gasolina le hacía falta al incendio del PSOE para que llegara el pírrico y único triunfador electoral, Alfonso Guerra, y echara a las filas socialistas un elemento de lo más inflamable para que nadie se llame a engaño. «Ni jovencitos ni mujeres» para guiar al partido por este desierto al que han llevado Zapatero y los electores. ¡Si la frase se le hubiera ocurrido a Rajoy o a cualquier popular!. ¡Lo que lanzaría por esa boquita!. A pesar de ello y, teniendo en cuenta su afición a provocar, sus palabras merecen reflexión, más allá del apoyo claro a Rubalcaba. Reconozco coincidir con Guerra si, con esa afirmación, ha querido lamentar la experiencia de la hégira de Zapatero quien, a pesar del éxito electoral de ocho años, ha dejado España como un erial se mire por donde se mire (omito la relación de desgracias, difíciles de superar, para dejar paso a la esperanza). No le falta razón si su objetivo es evitar otra aciaga experiencia. Ni jovencitos como ZP para apoyar ni mujeres como Carmé Chacón que significan más de lo mismo, no en vano es la alumna zapateril más destacada. Quizás a España le interesa en estos momentos una oposición con visión de Estado, colaboradora -no digo sometida- de las decisiones trascendentes que ha adoptar el Gobierno de Rajoy, un socialismo que crea en España y dispuesto a no distorsionar la convivencia ni la Historia. El problema que, como solución, no parece lo más idóneo la vuelta al pasado con quien ha obtenido el mayor rechazo que los españoles han dado a un político en los 34 años democracia. ¡Allá ellos!. Así es la vida.
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