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Del decálogo al Decamerón por Julián Redondo

La Razón
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En 2001, cuando todos éramos más idealistas, más tiernos y estábamos menos contaminados del «clásico», Florentino Pérez encargó a Jorge Valdano el «Libro azul», decálogo de buenas maneras y exquisita educación, de obligado cumplimiento para jugadores, técnicos y directivos del Madrid. Ni una voz más alta que otra y, llegado el caso, poner la otra mejilla, que tampoco era eso. «Saber perder y ganar»; «protestar al árbitro es signo de debilidad. El Madrid nunca se queja»; «conducta ejemplar ante la Prensa: no es bueno criticar a los árbitros después de un partido; tampoco a los rivales», o «sólo receta el médico del club» son algunos de los puntos traspasados al limbo, como jugadores inservibles a otros equipos o enviados al destierro. Con Mourinho al timón, «puto amo», aquella relación de virtudes impresas ha derivado en una extraña novela que podrían protagonizar Pampinea, Fiammetta, Filomena, Emilia, Laureta, Neifile, Elissa, Panfilo, Filostrato y Dioneo, diez personajes del Decamerón, si el erotismo fuera terror y el libro de Bocaccio, el «decamelón» de «Mudinho».

Del señorío y la sonrisa profidén se ha pasado a la desmesura y a la mentira cochina. Cuesta trabajo creer que Mourinho es un superdotado de los banquillos con planteamientos como el de El Madrigal o caprichos como Adebayor, Altintop o Coentrao. Lo de «Special one» es una coña que se ha puesto el jefe de Paramés con la inmodestia que le caracteriza. El Madrid podrá ganar la Liga a pesar de él, pero no recuperará su esencia, los valores de aquel antiguo y añorado libro de estilo, hasta que «míster caprichitos» se vaya por donde vino. «Boa viagem. Vai com Deus», «Mou».