Estados Unidos

Aquí no hay Tea party

La Razón
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E n España, «el Tea Party es una tentación, pero no hay que caer en ella», ha reconocido Aznar. En su opinión, como en la de tantos otros, un movimiento de derechas sin complejos ni ambages sacaría a Rajoy de la tumbona, pero no ven necesario forzar la máquina. Porque, no nos engañemos, aquí el Tea Party como ha surgido en Estados Unidos no es posible. España está vacunada contra los extremos, y si ya desde los tiempos de O'Donnell La Unión Liberal de centro era la opción preferida por los españoles, fue a raíz de la Transición cuando los votantes fueron enterrando con diligencia las siglas de derechas e izquierdas extemporáneas y extremas, hasta hacerlas desaparecer.
Aquí el Tea Party, lo intentaron en el tardofranquismo Girón de Velasco, con la creación del grupo conocido como el «búnker» para oponerse a las reformas impulsadas por Adolfo Suárez. O Blas Piñar, con su «Fuerza Nueva». O los creadores de la «Confederación Nacional de Combatientes de España», de los «Círculos de José Antonio» o de la «Alianza Nacional del 18 de julio». Pero todos se disolvieron como un azucarillo. Fraga supo integrar a toda la derecha en Alianza Popular, y años más tarde Aznar creó el centro reformista que llevó al PP a la mayoría absoluta. Hoy, ni Aznar ni Esperanza Aguirre, a pesar de representar al sector más derechista del PP, saldrían diciendo que la masturbación es pecado, porque ni siquiera lo creen. Aquí, a lo más que llega la derecha es a reconocer el matrimonio homosexual como un problema semántico, insisto, semántico, no como un problema en sí mismo. Y al margen de esta derecha hay grupúsculos con minúscula representación.
Otra cosa es el empeño desde que gobierna Zapatero en arrinconar al PP en la derecha extrema. Esta estrategia del socialismo que nos gobierna es vieja, pero no ha calado. La actitud moderada y centrada de Rajoy no deja que cuajen estos pretendidos estereotipos. Tiene asegurados los votos de la derecha más montaraz, pero busca denodadamente el centro, que es donde se dirimen los comicios. Por eso la pregunta es: ¿qué pasaría si Zapatero consiguiera resucitar en el PP a un grupo de ultraconservadores que movilicen un Tea Party, como pretende? Si esto sucediera, que no se vislumbra, Zapatero tendría que tentarse la ropa a la vista de lo que le ha pasado a Obama. Su vieja pretensión de dibujar ultraderecha en el partido de Rajoy le puede salir cara. La movilización republicana en Estados Unidos, con Tea Party incluido, le ha arrancado a Obama la mayoría absoluta en la Cámara de Representantes, y le obligará a cambiar todas sus políticas. Aquí Rajoy, a la vista de las encuestas, conseguiría el mismo éxito, pero sin excesos. Aunque algunos se empeñen, torticeramente, en subirle al monte. Hoy Rajoy le ha arrebatado a ZP sus dos mayores baluartes: la imagen del cambio tranquilo y el talante. El centro es suyo. Y en España las elecciones se ganan por el centro.