Siria

Mr Bean y el enfado de los laboristas

Pese a no ser un acto de Estado, al enlace asistieron numerosos gobernantes británicos y foráneos

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Madrid- La lista oficial de invitados se conocía, por lo que toda la expectación residió en conocer cómo iban vestidos los 1.900 asistentes al enlace de Guillermo y Kate Middleton. Protocolarios, sobrios, arriesgados o mejorados, los británicos vieron desde las ocho y cuarto de la mañana cómo desfilaban, por la alfombra roja, tanto su clase política y social, como las distintas casas reales, mandatarios de la Commonwealth y alguna que otra «celebrity».
De hecho, entre las personas que más esperaron a que empezara la ceremonia estuvo Chelsy Davy, la novia «intermitente» del príncipe Harry. Vestida de verde turquesa en un dos piezas diseñado por Alberta Ferreti, Davy coincidía en color con, precisamente, la primera dama británica, Samantha Cameron. La mujer del «premier» eligió un acertado vestido drapeado de la casa Burberry, zapatos nude y un fulard naranja. Sin embargo, «SamCam» fue criticada por los más protocolarios quienes no vieron con buenos ojos el que no llevara ni sombrero ni tocado a tan importante acontecimiento. A la pareja le estaban esperando en la entrada a la abadía de Westminster el número dos británico, Nick Clegg, y su mujer, la española Miriam González, así como el líder del laborismo, Ed Miliband, y su compañera, Justine Thornton.

Grandes ausencias
Los laboristas han aprovechado la boda para hacer oposición, al indicar que Downing Street habría presionado para que no hubiera apenas presencia del partido laborista. Ni Tony Blair ni Gordon Brown, últimos primeros ministros de Reino Unido, fueron invitados, en contraposición con los conservadores Margaret Thatcher –quien no asistió por motivos de salud– y John Major , que sí recibieron invitación. La casa real británica justificó la polémica al recordar que, son convidados, al no tratarse de un acto de Estado, –ya que Guillermo es el hijo del heredero–, por ser caballeros de la Orden de la Jarretera y no por tratarse de ex jefes de Gobierno. Aun así, los laboristas señalaron ayer que se trataba de una «ofensa gratuita» a su partido.
El también conservador y actual ministro de Exteriores británico, William Hague, llegó a la iglesia acompañado por su esposa, Ffion, quien conjuntó su vestido con la silla de ruedas, ya que el Viernes Santo se rompió la pierna. Según pudo saber este periódico, el jueves por la noche ambos celebraron una recepción en la que invitaron a toda la diplomacia internacional.
Otros asistentes también fueron criticados por la situación interna de sus respectivos países. Así, el embajador de Siria fue finalmente «desinvitado» por la ferviente represión de su Gobierno hacia la población, pero el rey de Suazilandia, el último monarca de África, que elige esposa durante una curiosa ceremonia en la que las mujeres bailan medio desnudas durante dos días, acudió sin acompañante (y eso que tiene 14 esposas para elegir).
La primera ministra australiana, Julia Gillard, estuvo presente en la boda pese a haber ironizado sobre la monarquía británica. También el primer ministro de Nueva Zelanda, John Key, quiso asistir al evento. No fue el caso del canadiense. Aunque su jefa del Estado es la reina Isabel II, Stephen Harper, vio la ceremonia desde Montreal.
La Abadía de Westminster dejó imágenes peculiares, ya que entre la nobleza, los mandatarios y ex militares se mezclaron invitados como el cantante Elton John; el fotógrafo Mario Testino; Guy Ritchie, director de cine y ex marido de Madonna; el actor conocido por su papel como «Mr. Bean», Rowan Atkinson; el nadador australiano Ian Thorpe, o la cantante y amiga del príncipe Guillermo Joss Stone, con un espectacular vestido coral.


Asiduo a las bodas
El rey de Rumanía, Miguel I, ha asistido a las tres grandes bodas reales británicas. En 1947 estuvo en la boda de Isabel y Felipe. En 1981, viajó desde Suiza –donde pasó muchos de sus 50 años de exilio– al enlance de Lady Di y Carlos.