Egipto

La incógnita de Egipto por Carmen Gurruchaga

La Razón
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Las complicadas elecciones en Egipto, en las que los Hermanos Musulmanes resultarán, probablemente, la fuerza más votada, no parece que vayan a servir para desalojar del poder a los militares que sustituyeron a Mubarak. De hecho, cuando nombraron como nuevo primer ministro a Kamal Al Ganzuri, colaborador del dictador, además advirtieron de que la nueva Asamblea que salga de las urnas no tendrá derecho a destituir a la Junta Militar. Y es que la historia está plagada de militares que han llegado para «salvar al pueblo» del tirano y se han quedado con formas más tiránicas que los sustituidos. El proceso electoral dura seis semanas, pero los generales, en el mejor de los casos, no transferirán el poder real al nuevo Parlamento hasta julio, después de las presidenciales. Es decir, sucederá algo surrealista, pues el Consejo de Salvación Nacional nombrará a un Gobierno títere que carecerá de poderes. A pesar de la escasa garantía que ofrecen los militares, los egipcios parecen hastiados de protestas y, de momento, han optado por la vía pacífica. Se ha eclipsado a los jóvenes que con sus protestas consiguieron derrocar al dictador y que continúan con ellas para denunciar la falta de reformas. Piensan permanecer en la plaza Tahrir hasta que un Gobierno civil asuma plenos poderes, aunque de momento, les sigan pocos egipcios.