Crisis en Túnez
PERFIL: El candidato del 999%
El presidente de Túnez, Ben Ali, era conocido como el candidato del 99,9% de los votos. Ganó tres eleciones consecutivas con este porcentaje (1989; 1994 y 1999). La última reeleción, en 2009, tras modificar la Constitución para garantizar su permanencia en el poder, venció con un 89,62% de las papeletas
Mínimo espacio para la oposición en esta suerte de «dictadura perfecta». Ben Ali fraguó a lo largo de sus 23 años en el «trono» una particular paz social.
Proporcionó a sus ciudadanos prosperidad y acceso a los bienes de consumo a cambio de recortar las libertades fundamentales y la democracia. El status quo se mantuvo sin sobresaltos hasta que el pasado mes de diciembre el joven licenciado Mohamed Bouazizi se quemó a lo bonzo como medida de desesperación por el deterioro económico y la falta de oportunidades.
Las protestas sociales dieron paso a una revuelta política sin precedentes. Los tunecinos decían basta a lo que califican de «cleptocracia» urdida por la segunda mujer del presidente, la ex peluquera Leila Trabelsi. La hilera de mansiones en primera línea de playa de Hammamet, anunciada por los turoperadores como el St Tropez tunecino, propiedad de la extensa familia de Ben Ali se ha convertido en la mejor prueba de la riqueza que ha amasado su círculo más íntimo. Los papeles de Wikileaks revelaban recientemente que «la mitad de la actividad empresarial» del país se concentra en sus manos y en las del «matrimonio».
Ben Ali (1936), ingeniero de profesión, pudo construir un rentable régimen de corrupción e intereses pero no ha podido escapar de su destino político. Ha quedado atrapado en una especie de historia circular. Si Ben Ali se hizo con el control del país en 1987 después de un golpe de estado palaciego a Habin Burguiba, cuando él era primer ministro; ayer el jefe de Gobierno, Mohamed Ghanuchi, anunció la inhabilitación temporal del jefe del Estado. Es pronto para valorar si se producirá un cambio de régimen, pero parece claro que Ben Ali no será quien lidere este nuevo tiempo.
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