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Por la grieta

La Razón
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La vida de cuarenta familias de la Macarena se resquebrajó hace una semana. Los técnicos hundieron sus dedos en el desastre de la Renfe y sólo entonces creyeron los vaticinios del vecino pesado que lleva dos años intoxicando al resto con no sé qué inventos de grietas invisibles. Su normalidad pasa ahora por vivir de prestado, almorzando en el comedor universitario y espulgando el minibar del hotel por si hallaran cierto parecido con los tesoros de una nevera casera. La desgracia puede desterrarlos hasta un año, el tiempo por el que el Ayuntamiento –¿previsor o conocedor de la realidad?– va a reservar los alquileres. Y en mitad del terremoto, el espíritu de Juan Y Medio ha irrumpido, demostrando por qué factura 120.000 euros al mes a la tele pública de Andalucía. Las cámaras no lo verán, pero dos viudos, él y ella, compartirán vivienda y vivencias a partir de la próxima semana; y otras dos mujeres encontrarán algo más que eco al llegar a casa. Pero eso será otro día, porque hoy dejarán sus «suites» del Macarena para abrir paso a un impetuoso público dispuesto a jalear a partes iguales a los veteranos AC/DC y a la orgullosa cabalgata. La anécdota se perderá entre los bártulos de la primera mudanza. La segunda, de vuelta al hotel. De regreso a casa sumarán tres. Como se demore mucho el arreglo, les hubiera salido mejor incendiar su piso. Habrían perdido lo mismo y ya estarían de vuelta en el hogar oliendo a recién pintado.