Venecia

Martín Rico un cazador de paisajes en El Prado

LOS CANALES Venecia impresionó a Rico. Sus escenas forman parte esencial de la última parte de su recorrido artístico
LOS CANALES Venecia impresionó a Rico. Sus escenas forman parte esencial de la última parte de su recorrido artísticolarazon

El paisaje lo lleva uno en la mirada, por dentro. Es parte de la genética. La luz, el color, el encuadre no son más que exteriorizaciones de un estilo, de un temperamento. Una montaña, una llanura, una puesta de sol o una línea de playa no son, por sí mismas, ni tristes ni alegres ni bonitas ni cursis ni feas. Lo son a partir del ojo del que mira, del carácter del que dibuja o pinta. Martín Rico (1833-1908) poseía una visión empírica de lo que veía que le alejaba del Romanticismo, esa corriente que consistía en minimizar al hombre y maximizar la grandeza de la naturaleza. Lo de Rico fue una defensa de lo real, de lo empírico, del que intenta dar una medida justa a lo que tiene delante, pero siempre pasado por el tamiz del carácter y el sentimiento propio. Empezó en Guadarrama, que es la naturaleza más inmediata de Madrid. Pero su ambición le condujo hasta los Pirineos, Francia, Suiza, Italia, que son naciones aledañas, fugas artísticas que improvisó, o no, para buscar experiencias diferentes, aprender de otros maestros o encontrar la influencia que le ayudara a perfeccionarse, a mejorar. Acabó convirtiéndose en un miniaturista del paisaje, «en un maniaco del detalle», como le definió ayer Miguel Zugaza, director de El Prado, durante la presentación de la primera exposición que el museo dedica a este artista un poco olvidado, orillado, como tantos otros del siglo XIX, a pesar del reconocimiento que obtuvo en su época (llegó a imprimirse su nombre en telas para hacerlas pasar por obra de él).

La pinacoteca ha reunido para esta ocasión una amplia representación de acuarelas, pinturas y dibujos –el conjunto de cuadernos con apuntes y anotaciones inmediatas del artista que se exhiben en la muestra son magistrales–. Un recorrido por la trayectoria de Rico que es casi una biografía de él y de su pintura, de sus evoluciones, viajes y obsesiones. Ahí está España, que enseguida abandonó para marcharse fuera hasta convertirse en un pintor «cosmopolita», que contactó con Camille Pisarro y Daubigny; que fue amigo de Fortuny, que mostró su pasión por el sur –«Torre de las Damas en la Alhambra de Granada» o «El patio de la escuela»–, pero que dejó composiciones de otra raíz como se observa en «El Sena en Poissy» o «Lavanderas de La Varenne».

Proyección internacional
Él imprimió a sus cuadros tensiones diferentes a las habituales, unas matizaciones en el color y la luz, que le acercaron en algunos lienzos a un primer impresionismo, como aseguró Javier Barón, comisario de la exposición. Rico terminaría siendo un paisajista con nombre, de proyección internacional, que vendió con éxito, y que acabaría encontrando lugar en Venecia, donde se asentó finalmente, se casó por segunda vez y tuvo su primer hijo a los 68 años. Sus trabajos en la ciudad de los canales forma la parte más reconocida de la obra de Rico, con piezas de la talla de «Santa María della Salute», sus vistas de la laguna, las arquitecturas palaciegas y de la Plaza de San Marcos.
 

Dónde: Museo del Prado. Madrid
Cuándo: hasta el día 10 de febrero de 2013.
Cuánto: 12 euros.