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A la espera de nada

La Razón
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¡Otra vez la misma canción! El aniversario del Príncipe de Asturias da pie, como cada año por estas fechas, para meter baza en la larga espera del heredero, la posible abdicación del Rey y otras hipótesis por el estilo. Algo que felizmente se nos antoja, a día de hoy, tan improbable como indeseable. Un debate, por otra parte, de mal gusto mientras el Rey siga por suerte ahí. Pero es que, además, no es verdad que la intensa preparación de Don Felipe –que siempre se invoca en estos casos– no esté dando ya sus frutos. Los españoles llevamos años beneficiándonos del buen hacer del heredero de la Corona. De su tacto y sus buenas mañas, sin necesidad de esperar a que sea rey. Tampoco es cierto que no haga otra cosa que participar en actos protocolarios. El Príncipe de Asturias representa a España y da la cara por ella constantemente en el extranjero. Es su pasión. Apoya a empresas e industrias. Conoce al dedillo cuanto sucede y nos afecta. Es un dinamizador, con su presencia y su palabra –a veces muy valiente– de valores como el diálogo y el esfuerzo. Podría ser sólo una opinión, pero es algo más. Opino lo que sucede: ni Don Felipe ni Doña Letizia, por lo que salta a la vista día tras día, parecería que estén a la espera de nada. Están en lo que hay que estar, que es en trabajar y en ser útiles, sin que apenas se note. En poner su experiencia, valía y sensatez al servicio de los españoles. En la plenitud de su papel. Cualquier otra cosa son ganas de marear la perdiz.