La carta de Bono

Hay que reconocer que el presidente del Congreso tiene olfato y con habilidad ha pasado el problema a los grupos parlamentarios. Les ha pedido que se pronuncien sobre las pensiones de los diputados, su régimen de incompatibilidades y su patrimonio. La transparencia no sólo es buena sino imprescindible. Es necesario aclarar que la política no debería ser una profesión y que es voluntaria. Desde hace años existe una inquietante tendencia a la profesionalización, en el sentido menos noble del término. Desde las organizaciones juveniles se salta a los escaños de diputado o concejal sin haber iniciado, siquiera, una actividad profesional. En algún caso, incluso, sin terminar la carrera universitaria. Es un escenario preocupante porque empobrece la política. Las estructuras de los partidos se retroalimentan y se hacen impermeables a nuevas incorporaciones. Esto cambia cuando se accede al Gobierno porque hay muchos cargos a repartir, pero siempre está la frase de «qué hay de lo mío». Todos esperan una recompensa.