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Fanáticos y locos por José Antonio VERA
¿Qué pasa por la mente de un loco criminal como Anders Behring? Por desgracia estamos demasiado acostumbrados a la irrupción de personajes con comportamientos extremos que causan males irreparables. Es un problema de locos pero también de fanáticos. Que están en todas las culturas, como hemos tenido ocasión de comprobar ahora. En todas partes. En todas las épocas. En todas las religiones. Fanáticos islamistas, pero también cristianos, nacionalistas fanáticos, terroristas de ETA o el IRA, racistas americanos, impostores de las sectas, ultracomunistas o nazis. Eran fanáticos los autores del 11-S y los del 11-M y el trastornado de la isla de Utoya. Individuos exaltados por el odio y determinadas creencias. Intolerantes obstinados en tener razón y en imponerla. Es la base del fanatismo. La imposición. El integrismo fanático es casi siempre derrotado, pero vuelve con los años. Tenemos una historia reciente repleta de ejemplos. Los seiscientos hombres y mujeres de los Diez Mandamientos que se suicidaron en Uganda eran fanáticos. También los davidianos que se inmolaron en Waco (Texas).
Como los cientos de miles de personas que pertenecen a esas sectas que niegan la libertad a sus miembros y les imponen su verdad. Trastornado fanático era el asesino de la congresista demócrata Gabrielle Giffords. Y los seguidores del Ku Klux Klan que mantenían su guerra contra los negros, los adúlteros, los judíos, los católicos, los pacifistas y los comunistas, recurriendo a todo tipo de métodos, raptos, flagelaciones, asaltos o linchamientos. Han pasado cincuenta y siete años de Auschwitz, aquella fábrica de exterminio creada por Himmler a instancias de Hitler, en la que miles de ancianos, niños y embarazadas fueron gaseados con ácido prúsico cristalizado, y miles de hombres y mujeres, fusilados o ahorcados, convertidas sus grasas en jabón, sus huesos en fertilizantes y sus cabellos en hilos para la industria textil. Era cruel. Horrible. Como lo fueron igual los gulags de reeducación para «enfermos-mentales del comunismo» de Stalin. Dios nos libre de los locos, y mucho más de los locos con poder político, y por supuesto de los locos fanatizados por doctrinas extremas que se creen con derecho a tomarse la justicia por su cuenta haciendo todo el daño que pueden a gente inocente que nada tiene que ver con sus fascinaciones.
Hemos tenido ocasión de verlo con el terrorismo islamista, pero está claro que el fanatismo político no es exclusivo de los seguidores de Ben Laden. También lo hay en la cultura occidental, y Anders Behring es el ejemplo más reciente. Lo que pasa por la cabeza de tales desequilibrados es complicado saberlo. Hoy en A Tu Salud, en nuestro último número antes de las vacaciones de agosto, hacemos un esfuerzo de aproximación al problema desde el punto de vista psicológico. Los expertos ven en común el ánimo de venganza y un afán desmedido de protagonismo en los medios de masas o las redes sociales. Médicos y psiquiatras intentan explicarlo en las siguientes páginas. Por lo demás, muy felices vacaciones para todos. Este semanario reemprenderá su tarea el primer domingo del próximo mes de septiembre.
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