Murcia
El retrete
La mañana de la huelga general entré a mear a un bar. La frase es mala como título de una novela, pero no está mal para el primer verso de una canción. De todas formas, eso es lo de menos. El caso es que con la apretura, me metí con agonía en uno de los retretes más raros que hay en los locales del centro, aunque debo reconocer que era muy entretenido, porque las paredes estaban llenas de mensajes con contenido. Nada de Mari Pili se deja o aquí se caga, aquí se mea y todo lo demás, sino verdaderas descargas ideológicas y pensamientos, algunos copiados de los libritos de Gibran, otros más o menos jipis y el resto, arengas contra Zapatero y Rajoy. Curiosamente, nadie le daba caña a Valcárcel, pero sí al Delegado del Gobierno. A media meada, me quedé con una frase que me dio que pensar: «Sólo los peces muertos siguen la corriente». Tremenda verdad. Y más en un día de borregos cegatos como los que procesionaban por las calles de Murcia, tocando vuvucelas de PVC y gritando contra la patronal. ¿Contra el patrono?. ¿Pero esta huelga no era contra las medidas económicas de un gobierno que se ha revelado más facha que Mel Gibson?. Terminé con lo mío y salí del retrete más ligero y también más sabio. Los peces muertos seguían la corriente de la calle Trapería y doblaban por Las Claras, para juntarse en El Corte Inglés. Me hubiera llevado el trozo de pared de aquél retrete para ponerle un marco y levantarme cada mañana con un pensamiento tan justo. Un váter puede ser más instructivo que cinco años de carrera. Espero que no llegue otra huelga general para terminar de darme cuenta que la revolución no está en los sindicatos que se amamantan del Gobierno, sino en los peces que a estas alturas, todavía se empeñan en nadar contracorriente. Que haya alivio, amigos.
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