Disturbios
La policía política de Ben Ali instiga la violencia en Túnez
El pueblo tunecino demuestra un día más una valentía sorprendente. Ante la gran cantidad de saqueos y vandalismo en la capital, la población ha decidido prepararse para defender sus barrios del pillaje y de una milicia organizada que forma parte de la guardia personal del derrocado Ben Ali, que le sigue siendo leal aunque esté en el exilio.
En el humilde barrio de El Mourouj, al sur de la capital, no hay una esquina en la que no se haya improvisado una barricada con coches accidentados, bidones oxidados, ramas y puertas de jardín. Los hombres se dividen las zonas y los turnos. Khalid Ben Yahia, a cargo de una empresa alemana en el Magreb, estuvo ayer hasta las 3:30 de la mañana patrullando. «Fue uno de los días más felices de mi vida, todos los vecinos nos reunimos y decidimos dar seguridad al barrio. Es tan inusual que me emociona». Khalid, un importante hombre de negocios, que coge unos 80 vuelos al año, no conocía a sus contiguos, pero el resultado de sus palabras ha tenido un tremendo éxito.
Hakim, de 29 años, lleva siete años al frente de la única tienda de alimentación de El Mourouj II, y tres días durmiendo dentro de su comercio. El viernes por la noche unos 25 hombres vinieron armados con palos y cuchillos a asaltarla. Gracias a un grupo de vecinos que estaba vigilando, la tienda sólo sufrió daños en el exterior. Al igual que resto, no ha pegado ojo en los últimos días. Aun así, no para de despachar los únicos alimentos no perecederos que le quedan. Hakim, aunque es un poco escéptico, reconoce que «es la primera vez que ha escuchado a sus clientes de toda la vida hablar de política».
En una paralela se encuentra Slim, un profesor de música de 27 años. Su escuela lleva una semana cerrada, por lo que no le importa hacer guardia. «Es mucho más peligroso en los barrios ricos que en el mío, aquí no hay nada que robar, sólo vienen a asustarnos».
Slim tiene razón. En medio de todas estas buenas intenciones, se está usando el miedo y la escalada de violencia para que la población eche de menos la autoridad de Ben Ali.
Un grupo de chicos de El Moujour que temen dar sus nombres detuvo ayer un coche en el que iban cuatro personas que podrían formar parte de esta brigada presidencial. Sin embargo, no quieren entrar en detalles: «Les dimos sus datos a los militares, ellos saben qué hacer mejor que nosotros». El respeto por el Ejército es sorprendente en este barrio. Uno de los jóvenes, que por la noche se ata una cinta blanca en la chaqueta para diferenciarse de «los mafiosos», reconoce que el único hombre que le gustaría que tomara las riendas y a quien conoce es el general Rachid Ammen.
Mientras que la Policía está bajo sospecha por todas las veces que no han dudado en usar la fuerza ni las balas en los últimos 23 años, al Ejército se le describe como garante del orden. «Los presos políticos no se van olvidar tan fácilmente de la cara de quien tantas veces les ha torturado», explica Khaled, quien aun así espera que se tienda a la conciliación. «Gestos como la detención de Ali Seriati, jefe de seguridad de Ben Ali, o del ex ministro del interior Rafik Belhaj Kacem nos ayudan a empezar de cero». Seriati fue descubierto cuando estaba a punto de cruzar la frontera con Libia, el segundo puso rumbo a Argelia y podría ser acusado de las víctimas del último mes en Túnez.
«Un Gobierno responsable»
Los agentes también comienzan a dar sus primeras muestras de apoyo. Ayer, Halim Meddel, miembro del opositor PDP, fue detenido por la tarde, pasó una hora en la comisaría –donde vio a turistas, que hablaban en inglés, detenidos y fuertemente golpeados en la cara–. Cuando logró salir, uno de los policías que le conoce de todas las veces que este abogado acude a la comisaría a intentar ayudar a los arrestados, le dijo: «El Gobierno que construyamos deberá ser responsable y garantizar la democracia en Túnez».
Mientras hacía estas declaraciones a LA RAZÓN, cerca del hotel donde se encuentran concentrados los periodistas se produjeron fuertes enfrentamientos y continuadas ráfagas de disparos. Por una parte, la Policía y los militares mataron a unos saqueadores que estaban intentando robar en el Banco Central de Túnez, por otra, el Ejército aseguró a la cadena de televisión France 24, que había abatido a dos francotiradores del Ministerio del Interior, que se encuentra a tan sólo dos edificios de aquí.
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