Elecciones europeas
El beso de Judas
El 3 de octubre, nada más conocer que había resultado vencedor en las primarias, Tomás Gómez, secretario general del Partido Socialista de Madrid PSM, hizo la siguiente declaración: «Quiero expresar mi afecto y reconocimiento a una mujer excelente, a una excelente persona, a una excelente socialista
Trinidad Jiménez ha sido una rival formidable en este proceso de primarias que ha despertado muchas ilusiones. Les digo a los que la han apoyado que sus ilusiones no quedarán huérfanas». El candidato socialista estaba pletórico y repitió en varias ocasiones la muletilla «aquí no sobra nadie». Entonces no tuvo ningún reparo en mostrarse conciliador. Lo mismo ocurría con sus colaboradores. Sólo 24 horas después de la victoria del líder madrileño en los comicios internos, fuentes de su entorno recalcaban esta intención. «Tomás –aseguraron– va a apostar por la integración, lo ha dicho en público y lo hará ahora. El que diga lo contrario es que no le conoce».
Ayer todas esas promesas se convirtieron en papel mojado y quedó en evidencia que, los que aseguraban conocer sus intenciones, estaban en un error. La Comisión Ejecutiva Regional aprobó la constitución del Comité Electoral del PSM para la campaña electoral del próximo 22 de mayo. Un equipo en el que se ha rodeado de fieles y con el que ha cumplido los peores augurios de los miembros de la plataforma de apoyo a «Trini».
Un equipo de fieles
No ha contado con ninguno, a pesar de que la dirección federal del partido, Ferraz, había pedido a Gómez que contara con socialistas como Ángeles Álvarez. Ella es, paradójicamente, secretaria de Acción Electoral del PSM.
Con esta maniobra el líder socialista madrileño ha decidido, de nuevo, dar un golpe de mando y se ha rodeado de personas de su total confianza para elaborar las listas. Lejos de familias y luchas internas, Gómez se hace así con el mango de la sartén (hirviente) en que se ha convertido la federación socialista madrileña.
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