Barcelona

Montilla prepara su sucesión en el PSC tras la debacle electoral

«Hemos perdido las elecciones, pero no nuestros ideales». Un resignado Montilla asumió ayer su derrota electoral rodeado del núcleo duro del partido. El retroceso de los socialistas ha sido duro, y ni el cálido aplauso de los escasos simpatizantes que se acercaron a la sede socialista pudo arrancar una sonrisa al candidato socialista

Imagen: TV3
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Rodeado de los bastiones del partido (Corbacho, Chacón, Tura, Iceta, Zaragoza, Maragall e Isidre Molas), el hasta ahora presidente entonó un «mea culpa» anunciando que dejará de tomar las riendas del partido en el congreso que se celebrará en otoño.

La última prueba de fuego de la actual ejecutiva serán las municipales del próximo mes de mayo. «Tendremos que hacer cambios internos, una reflexión profunda y una apertura de miras», indicó el todavía presidente de la Generalitat, que ya había felicitado a Mas por teléfono por su victoria y al que advirtió de que se enfrenta a una «situación económica difícil». Porque los socialistas consideran que la crisis ha sido su auténtico adversario.

 Las estimaciones iniciales apuntaban a una pérdida de 13 diputados de los 37 que consiguió en 2006, pero finalmente logró salvaguardar 28 diputados, marcando, no obstante, su peor resultado en las dos últimas décadas des que en1980 lograra 33.

Tras el recuento, los socialistas no dudaron en tender la mano a los nacionalistas para «colaborar responsablemente en el combate de la crisis» desde su nuevo papel como oposición parlamentaria. La fórmula del tripartito murió anoche y el funeral seguía su liturgia en la calle Nicaragua, donde está la sede del PSC. Era el punto y final a la época alianzas que inició Pasqual Maragall en 2003, cuando formuló el primer tripartito.

Una alianza de izquierdas que prosiguió en la era Montilla con lo que él denominó un gobierno «de progreso y catalanista». Una época difícil, marcada por la radicalidad del discurso de ERC en su afán por referendos independentistas, las salidas de tono de Carod-Rovira y los errores de gestión de algunos de los consejeros de ICV.

En el accidentado «mea culpa» del partido también hubo mención para uno de los temas más olvidados en la campaña electoral: el Estatut. La formación asegura que la sentencia les ha jugado una mala pasada y ha incidido en el castigo de sus votantes. Si muchos veían en estos comicios un espejo de lo que vendrían a ser las generales y una respuesta a la gestión de la crisis, en Ferraz ya toman nota. Uno de los bastiones de Zapatero, el feudo catalán, pierde fuerza, en parte, por los desaires del presidente del Gobierno a Montilla.

El fin de la «fórmula de entesa» llegó con la espectacular subida del PP, que se convierte en una pieza clave. La etapa del cambio empezó anoche en Cataluña, pero los de Montilla no querían escucharlo. Quizá por eso silenciaron el enorme plasma situado en la sala de prensa cuando en el Hotel Majestic se desató la euforia y se gritó «¡Mas president! Mas president!».