Estados Unidos
Los posibles escenarios de la revolución del Nilo
«Egipto avanza hacia el peor de los escenarios posibles», se lamenta Azmi Ashour, analista político del centro Al Ahram. El anuncio del presidente Hosni Mubarak de que se mantendrá en el poder hasta que termine su mandato, el próximo septiembre, no sólo supuso un jarro de agua fría para los grupos opositores sino que ha abierto la caja de Pandora.
Si los acontecimientos hubieran tomado otro rumbo, se podría decir que, a pesar de que Mubarak no haya renunciado, las revueltas populares y la presión de la oposición han conseguido sacar de la escena política a su hijo Gamal. «La dinastía Mubarak se termina con Hosni no con su hijo menor», sostiene el analista egipcio que, esperanzado, soñó con el cambio.
Pero ahora, ese Mubarak que pronunció un discurso emotivo, calando profundamente en los sentimientos del pueblo con frases como: «Soy egipcio como vosotros y por eso quiero morir en suelo egipcio», ha destapado su verdadero rostro. El octogenario mandatario ya no va a traer las reformas que anunció días atrás, desafianado a la comunidad internacional que le exige cambios democraticos. El aliado clave de Estados Unidos en el mundo árabe, tiene otros asuntos más importantes con los que lidiar que traer las reformas al país.
La multitud de miles de agitadores pro Mubarak, montados en burro, camello, y furgoneta, que irrumpieron ayer por sorpresa en la plaza Tahrir de El Cairo con piedras y palos para atacar a los manifestantes «estaban organizados por el régimen», denunció el analista.Azmi teme que esta situación de caos pueda desembocar en una revuelta civil «incontrolable», de la que puedan sacar provecho la organización islamista ilegalizada pero con gran base social de los Hermanos Musulmanes. Históricamente, los islamistas siempre han sido los instigadores de los disturbios contra el régimen, comenta el intelectual egipcio, antes de agregar que en esta ocasión, los protagonistas de la revuelta eran «jóvenes y reformormistas liberales». No obstante, el proscrito movimiento islamista tiene un papel activo en estas protestas, pero el adalid del cambio es el del premio Nobel de la Paz Mohamed El Baradei. Llegó del exterior para salvar Egipto y representa la voz de la oposición y entre sus logros cosechados está el que Mubarak no vuelva a presentarse a una tercera reelección.
«Transición ordenada»
El Comité de los Diez aceptó ayer antes de que se iniciaran los enfrentamientos el diálogo con el régimen para preparar la «transición ordenada» que, entre otras cosas, exige un cambio de la Constitución que limite a dos los mandatos. Pero ahora más que nunca el futuro de Egipto se pinta negro e incierto. Si continúan los choques entre partidarios del régimen y detractores, el Ejército, que hasta ahora ha representado un papel neutral, podría tomar el control de la situación.
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