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Moktar el «negociador»

Es un superviviente nato que nunca ha sido detenido y que ha tenido contactos con la inteligencia argelina.

A la derecha, imagen de Moktar difundida por la Interpol. A la izquierda, los cooperantes secuestrados
A la derecha, imagen de Moktar difundida por la Interpol. A la izquierda, los cooperantes secuestradoslarazon

MADRID-El hecho de que los secuestrados españoles Albert Vilalta y Roque Pascual estén en manos del cabecilla Moktar ben Moktar se ha citado como un elemento positivo dentro de la peligrosidad que supone permanecer retenido por terroristas fanáticos como los de Al Qaida para el Magreb Islámico (AQMI).

Este argelino que, al igual que la mayoría de la banda, procede del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) (grupo islamista que en su día decidió unirse a Al Qaida), es un auténtico «superviviente»: nunca ha sido detenido y se le presenta como un «formidable negociador», lo que hace sospechar que ha tenido contacto con la Inteligencia de su país.

Hasta hace unos meses, la única imagen que se tenía de Moktar era la de Interpol. Sin embargo, un vídeo incautado a AQMI, que fue grabado en 2007 y que ha sido visionado por periodistas occidentales, le muestra con su «katiba» (unidad de combate de AQMI) en medio del desierto, junto a varios Toyota 4x4 atrapados en el barro.

Es tuerto y en la frente tiene una mancha, consecuencia de los golpes que se dan los devotos contra el suelo durante los rezos. Lo más preocupante es que aparecen también los dirigentes de otra «katibas», denominada «Tariq Ibn Ziyad», cuyo jefe es Yahia Djouadi, alias Abu Ammar, y su segundo, el temido Abdelmahid Abu Zehid, a quien se atribuye el asesinato de dos rehenes: el británico Edwyn Zyer y el francés Michel Germaneau.


Ideología común
Los tres están juntos, lo que prueba, según expertos antiterroristas, que AQMI es una banda en la que todos forman parte de una misma ideología y objetivos bajo el mandato del argelino Abdelmalek Droukdel. Y que es irrelevante y peligroso hablar de buenos y malos, duros o blandos. Moktar se mueve en una zona al norte de Tombuctu, entre Mali y Mauritania, donde dispone de buenos contactos con los jefes tribales. Es muy difícil establecer contacto, salvo que él lo desee. Su «katiba», como las otras células, mantiene grandes medidas de seguridad.

Los expertos consideran que, gracias al dinero de los rescates, AQMI lleva camino de convertirse, si es que no lo ha logrado ya, en una banda terrorista con la dotación tecnológica y preparación humana suficiente como para hacer muy difícil su combate en el desierto.

El control que realizan en determinadas zonas fronterizas de Mauritania, Mali, Níger y Argelia les permite obtener recursos suplementarios, ya que cobran un canon a los contrabandistas y traficantes de drogas, que, además, les suministran los materiales que necesitan, en especial la gasolina, alimentos y medicamentos.

Los largos meses de cautiverio de Vilalta y Pascual confirman lo que ya se temió desde el comienzo: los tiempos para los terroristas no cuentan, sólo los objetivos. El empeño en obtener la libertad de miembros encarcelados en Mauritania, e incluso en Europa, complica el asunto. La cerrazón de Nouakchokt y su apuesta por la lucha directa contra los terroristas quedaron demostrados en el reciente raid militar contra una «katiba».


Sospechosos mauritanos
Esta actitud es comprensible si se tiene en cuenta lo publicado por el diario argelino «El Khabar». De 108 sospechosos de pertenecer a AQMI, la mayoría de ellos eran mauritanos.
Pero hay más. Una operación antiterrorista, realizada en junio por las Fuerzas de Seguridad argelinas, puso de manifiesto las conexiones entre las distintas ramas de Al Qaida, la intención de lograr una mayor coordinación entre ellas y el papel que juegan individuos de nacionalidad mauritana.

Cuatro terroristas que viajaban a bordo de un 4x4 fueron abatidos en lo que parecía una acción rutinaria contra los islamistas. Sin embargo, uno de ellos era un jefe de AQMI en Mauritania, Abu Yasir, y el otro, un destacado dirigente de los Shabab somalíes. Ambos acudían a entrevistarse con Droukdel en algún punto cercano a Tammanrasset, ciudad del desierto en la que, precisamente, se ha establecido el centro operativo antiterrorista acordado por los países del Sahel en la cumbre que celebraron en Argel el pasado 16 de marzo.


Entre lonas y visores nocturnos
- La «katiba» de Moktar ha construido en los últimos meses refugios en zonas montañosas. Sus miembros se mueven por la noche en grupos de cuatro o cinco vehículos todo terreno, gracias a expertos conductores provistos de visores nocturnos. Durante el día, si se alejan de sus guaridas, protegen vehículos y personas bajo lonas o en zonas arboladas para burlar los satélites espía. En cada célula hay un sanitario, un encargado de logística y un oficial de comunicaciones que filma las acciones terroristas o graba a los secuestrados.
Además, el combustible que necesitan para llenar sus vehículos y huir sin preocuparse de que se acabe suelen enterrarlo muy cerca de las pistas por las que transitan y que son fácilmente localizables a través de las coordenadas por GPS.