Disturbios
Vencen los tanques
El fracaso del último intento de negociación aconsejó a las autoridades tailandesas llevar a cabo una severa intervención militar en el interior del campamento de los «camisas rojas». Una acción que, en principio, puede ser considerada un éxito dado que fueron arrestados los principales líderes rebeldes que, no sólo no opusieron resistencia, sino que se rindieron para evitar más muertes. Los miles de opositores que ocuparon el corazón de la capital eran personas procedentes de zonas rurales, pero también obreros, amas de casa, en definitiva, gente de las clases sociales con menores recursos y seguidores del primer ministro Shinawatra, depuesto hace cinco años por un golpe de Estado. Según grabaciones de distintas televisiones, los mandos del Ejército pidieron a los insurgentes que desalojaran la zona, la regaron para evitar incendios y lanzaron gases lacrimógenos. Y vencieron, pero no convencieron. Lograron liberar la arteria principal de la capital y, sin embargo, pese a la aparente calma, es probable que la acción militar no haya solventado ninguno de los problemas causantes de la crisis que ha durado dos meses y ha dejado más de 70 muertos y miles de heridos. Existe la posibilidad de que los manifestantes trasladen sus acciones para exigir la disolución del Parlamento y la celebración de elecciones al noreste del país, de donde proceden muchos de ellos.
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