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Una historia de amor se zampa a Vázquez y al caníbal coreano por Carlos PUMARES

La Razón
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«El gran Vázquez», de Óscar Aibar, fue la primera de las tres películas a concurso ayer. Manuel Vázquez creó a las hermanas Gilda, a Anacleto, a la familia Cebolleta... Grande de verdad, hasta que llegó Ibáñez, que arrasó con Mortadelo y Filemón. El filme tiene aciertos, desaciertos y está hecha con mucho cariño. Entre los primeros está mostrar la editorial Bruguera como una oficina siniestra llena de currantes con horario fijo. Y en lo peor encontraremos un desajuste en las aventuras del personaje, excesivas y reiterativas. Hay buenos «gags», y gustará a aquellos que disfrutamos con «Pulgarcito», «DDT» y demás joyas de Bruguera. El amor de Aibar al contar que el dibujante era un golfo egoísta y manirroto impide cualquier queja. Santiago Segura es un Vázquez correcto, pero no hace olvidar a Torrente. La segunda cinta del día fue la coreana «I saw the Devil», de Kim Jee-Woon. Ha recibido críticas unánimes por su ingente violencia, repartida en dos horas y veinte minutos. En pantalla, secuencias extremas y de cierta originalidad, pero no es normal que a alguien le golpeen con saña, se levante y se marche; resulta grotesco. La trama sigue los pasos de un psicópata. Una de sus víctimas es la hija de un jefe de la policía y novia de un agente secreto: el filme se centra en la venganza de este último. Se hace larguísima. La sorpresa de la jornada fue la bella «Colours in the dark», debut de Sophie Heldman, una historia de amor en el otoño vital de sus protagonistas. Después de 50 años, llega el final, y la película lo muestra con ternura. Concisa y perfecta en su desarrollo, con personajes creíbles –dos intérpretes de excepción, Senta Berger y Bruno Ganz–, no tiene fisuras. Merece premios y ser estrenada.