Investigación científica
Sin ella no hay vida por Rosetta Forner
La sangre es la portadora de vida, algo así como la «piedra filosofal» del cuerpo humano. De hecho, genera toda suerte de metáforas. Para algunos metafísicos, quien tiene problemas es porque los tiene con «su vida», quizá porque no le gusta, o quizá porque no ha aprendido a amarla. No es fácil vivir en el siglo 21 por diferentes razones por las que no lo fue en otras épocas. Actualmente, el ser humano se ha hecho excesivamente dependiente de lo externo y mecánico, confiando su vida a «la química y a la tecnología», olvidando su alma y que todos tenemos «de serie» una suerte de sanador interior que si quisiéramos escucharle nos ahorraríamos muchos problemas, prevendríamos otros y sanaríamos otros muchos más. Apuesto por la sabiduría del cuerpo pues la psique «escribe» en clave de «molestias» lo que nos conviene atender para cuidar nuestra «casa terrícola». Obviamente, me refiero a la parte psicosomática de la enfermedad, la cual no sólo no es ajena al psicoanálisis sino que, afortunadamente, cada día es tenida en cuenta por más médicos. Si el cuerpo duele es porque el alma se duele. La sangre transporta los nutrientes a las células del cuerpo, por consiguiente, deberíamos preguntarnos: «¿Cómo nutrimos nuestra vida?». Es curioso que los problemas de coagulación de la sangre se den a partir de cierta edad, ésa de la que esta sociedad «moderna» abjura y retira su apoyo, su cariño e incluso el «saludo», a esos que ya no son jóvenes o útiles, apartándolos. Puesto que el amor es la sangre del alma, hazte donante de cariño y dona un poco cada día a los que te importan.
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