París
La Francia de los «invisibles»
Los votantes «desencantados» saben que ahora el resultado está en sus manos
El pasado 22 de abril fue la Francia de los «invisibles» la que alzó la voz. La que envió un mensaje a los partidos llamados «de gobierno», otorgando a Marine Le Pen el 18% de los sufragios, convirtiéndola en la tercera fuerza de Francia y haciendo de esta marca un récord histórico. Desde entonces, los dos finalistas a la Presidencia de la República no sólo corren tras ese electorado, decisivo el próximo domingo, sino que tratan de comprenderlo. Se conforman con calificarlo como un voto de protesta, de crisis o de rechazo. Sin embargo, el voto al ultraderechista Frente Nacional, si bien puede ser ejercido como sanción, es cada vez más la expresión de la adhesión a unas ideas. El 67% de quienes prefirieron a Marine Le Pen lo hicieron porque «responde a sus preocupaciones», mientras que el 36% reconoce que lo hizo por oposición a otro candidato, refleja un estudio de Ipsos. Es, en cualquier caso, la opción de quienes se sienten abandonados por una clase política que habría hecho caso omiso de sus miedos y de su enfado social.
Entre ellos se cuenta un buen número de votantes que en 2007 se inclinaron por Sarkozy y cinco años después se confiesan «desencantados». «Nos hizo promesas que no ha cumplido, como el mejorar poder adquisitivo o lograr un empleo», cuenta Arnaud, un joven treintañero de Vauvert (Gard), una localidad de 11.000 habitantes donde Le Pen arrasó con un 30,9%, seguida del socialista François Hollande (24,6%) y a ocho puntos del presidente saliente. El día 6 se abstendrá o votará en blanco porque no quiere que le «vuelvan a tomar el pelo». Ese departamento de Gard, sureste del país, es el único en el que la ultraderechista se impuso a los dos candidatos mayoritarios. Y el paradigma de la Francia que «ni se ve ni se oye». «Pero hasta aquí hemos llegado», exclama Pierrette, hastiada por la sensación de abandono, de inseguridad y de desigualdad social. «Hay muchos que abusan de las prestaciones y trabajan en negro», protesta. Geográficamente se trata de una población situada en las zonas rurales y en aquellas ciudades víctimas de la desindustrialización y con una alta tasa de paro.
Obreros en su mayoría –entre los que Le Pen obtuvo un 29%– y clase trabajadora que, en plena crisis, teme por su empleo y desconfía de Europa y de la globalización. Temores a los que son también sensibles los electores de la ultraizquierda de Jean-Luc Mélenchon, pero a los que se suma en el caso de los votantes del Frente Nacional la cuestión de la identidad. El mensaje de esos «invisible» suena en cualquier caso como una advertencia para el próximo presidente. Y más en el caso de Hollande. Si es el socialista quien gana, el Frente Nacional espera poder convertirse en la principal fuerza de oposición y promete no dejarle ni cien días de gracia.
Sarkozy y el 1 de mayo
En plena batalla por el Elíseo, Nicolas Sarkozy no ha querido dejar el tradicional 1 de Mayo en manos de los sindicatos y del Frente Nacional de Le Pen, que hoy dará a conocer su postura de cara a la final del próximo domingo. Sarkozy, que acorta distancias frente a François Hollande (47%/53%), según un último sondeo, espera reunir hoy a más de 50.000 personas en París.
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