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La victoria de los rebeldes de Wukan
Pekín- Las autoridades chinas han dado finalmente su brazo a torcer ante los tozudos pescadores y campesinos de Wukan, el pueblo de unos 20.000 habitantes, en la región de Cantón, que se alzó contra sus dirigentes corruptos y los echó a patadas. Después de dos semanas de pulso, el Gobierno provincial decidió el miércoles convocar al portavoz de las protestas, Lin Zuluan, para negociar una solución pacífica. Ante él se comprometieron a aceptar las exigencias más básicas de cuantas se han venido reclamado en los últimos meses. Según explicó el propio Lin al salir de la reunión, esto incluye la liberación de los detenidos, una nueva autopsia para el cadáver de Xue Jinbo (el cabecilla presuntamente torturado), la destitución de al menos dos funcionarios locales y la revisión de las expropiaciones forzosas por las que comenzaron los problemas. Es cierto que la clave del descontento (las 165 hectáreas de tierra que les han sido arrebatadas a los campesinos a cambio de casi nada) no ha quedado totalmente zanjada y que no ha sido el Gobierno central, sino el provincial, el que se ha rebajado a escuchar las protestas.
Con todo, se trata de un desenlace poco común en un país como China, donde se acostumbra a finiquitar cualquier manifestación popular mediante el uso de la fuerza. Más sorprendente resulta aún la decisión de las autoridades si se tiene en cuenta que Wukan quedó acordonado durante varios días por la Policía paramilitar, mientras los campesinos organizaban su propia autoridad, haciendo turnos de vigilancia, pintando pancartas provocadoras, montando mítines y hablando ante la prensa extranjera. Igualmente inusual es la reacción de los medios de comunicación chinos ante un asunto que, para empezar, lleva dos semanas censurado. Un editorial del oficialísimo «Diario del Pueblo» llegó a admitir ayer que «el incidente de Wukan podría haber sido resuelto mucho antes y con más facilidad si los intereses y las demandas de los campesinos se hubieran tomado en serio antes». El texto concluía subrayando que lo importante es «encontrar una manera inteligente de resolver los conflictos». Fuentes académicas consultadas ayer por LA RAZÓN se mostraban convencidas de que la decisión ha estado precedida por muchas horas de discusión entre posiciones encontradas en el seno del Partido Comunista. La estabilidad social es una preocupación creciente en China y Cantón es uno de los polvorines más inestables del país.
Así, pocos días después de que empezasen las protestas en Wukan ,se alzaron los habitantes de Haimen, otro pueblo cercano en el que se exige el cierre de una central térmica a la que se atribuye una tasa de cáncer muy por encima de lo normal. La intervención del Gobierno ha frenado también el conflicto en Haimen, ya que ha anunciado que no ampliará la central térmica. Además de ser una de las provincias más ricas del país, es en Cantón donde empezaron las aperturas al mercado, donde más rápido se está transformando la sociedad y donde existe una mayor influencia extranjera, vía Hong Kong.
Cantón, el polvorín de China
La región en la que se encuentra el pueblo de Wukan aloja buena parte del tejido industrial de la zona y es en sus fábricas donde se viven situaciones de alta tensión. Es frecuente que se produzcan tensiones por las reclamaciones salariales de los obreros, que cada vez tienen menos miedo de alzar la voz y denunciar sus condiciones.
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