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El Nobel de la Paz dedica el premio a «los mártires de Tiananmen»

Liu Xiaobo ya sabe que el Comité Noruego le otorgó el pasado viernes el Premio Nobel de la Paz. Su esposa, Liu Xia, habló con él ayer, según ella misma explicó a través de un mensaje dejado en su cuenta de Twitter y cuya autoría confirmaron sus allegados y las organizaciones humanitarias que les apoyan.

La Razón
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Al parecer, el disidente recibió «entre lágrimas» la noticia y dedicó el premio «a los mártires» que murieron en junio de 1989, la noche que los tanques aplastaron las protestas, asesinando a decenas de personas en los alrededores de la plaza de Tiananmen. Según el breve mensaje de su esposa, a Liu le fue comunicado previamente el resultado del galardón, en la cárcel, durante la noche del sábado.

La segunda mujer del escritor chino, una poetisa que siempre ha apoyado su activismo político, comunicó también que ella misma cumple arresto domiciliario desde el pasado día 8, a pesar de que no se la acusa de ningún cargo. «Sus amigos y los medios de comunicación no pueden entrar en su domicilio y no puede usar su teléfono móvil», denunció la ONG Freedom Now. Varios simpatizantes de la pareja mostraron su preocupación durante todo el fin de semana, mientras intentaban, en vano, contactar con ella para obtener noticias. El doctor Yang Jianli, asesor legal del equipo, advirtió que Liu Xia se encuentra sometida a una «enorme presión» y pidió que la comunidad internacional «condene inmediatamente este vergonzoso acto y exija su puesta en libertad inmediata e incondicional». La poetisa se encuentra en el apartamento de la pareja en Pekín, que se ha convertido en una prisión improvisada, vigilada por media docena de policías de paisano que impiden la entrada a los reporteros y les invitan a abandonar el edificio. Liu Xiaobo fue galardonado por su larga actividad en defensa de los Derechos Humanos en China, lo que le ha costado varias temporadas en la cárcel. Su última iniciativa es un documento llamado «Carta 08» y firmado hace dos años junto a otros 300 intelectuales chinos en el que pide reformas democráticas y el cumplimiento de las leyes ya existentes. Su participación en la redacción del texto, considerada un acto «subversivo» por el régimen, le costó 11 años de prisión, condena que actualmente cumple en una cárcel en el norte del país. El Gobierno comunista ha reaccionado con indignación al premio, redoblando la vigilancia sobre los disidentes, amenazando con sanciones diplomáticas a Noruega, tachando la decisión del jurado de «blasfema» y de «prepotente desafío de Occidente» a su soberanía nacional.